Por lo menos eso es lo que cree Anthony DeStefano, autor del libro The Invisible World: Understanding Angels, Demons, and the Spiritual Realities That Surround Us
(El mundo invisible: Entendiendo a los ángeles, los demonios y las realidades espirituales que nos rodean). Si hay algo que reconocerle a los New Atheists, es que han logrado inspirar a una gran cantidad de religiosos a tomar un nuevo enfoque a la hora de hablar o escribir en defensa de su fe. Los ha obligado a pensar un poco más profundamente antes de escribir o decir algo, pero como su razonamiento lógico ya ha sido distorsionado por su fe, esto generalmente resulta en divertidísimas exhibiciones de gimnasia mental. Por muy entretenidas y divertidas que resultan estas piruetas lógicas, muy pocas han logrado elevar el estándar a alturas estratosféricas como un reciente artículo de DeStefano en USA Today, llamado How Easter and Christianity undermine atheism (Cómo la pascua y el cristianismo socavan el ateísmo). En relativamente pocas líneas, DeStefano logra elucidar con lujo de detalles qué es exactamente lo que previene a una buena porción de los creyentes pensar claramente sobre la realidad: son ignorantes y están orgullosos de serlo.
Primero, DeStefano expresa su preocupación con el hecho de que “los que no creen en nada”, un eufemismo muy común para el ateísmo, están ganando más adeptos cada año. Si bien es cierto que el ateísmo es frecuentemente descrito por los apologistas religiosos y el público en general como la “creencia en nada”, esto está muy lejos de lo que el ateísmo es en realidad. No es cierto que nosotros los ateos “no creemos en nada”. De hecho, creemos en muchísimas cosas. Lo que sucede es que apreciamos un concepto muy simple que los religiosos parecen desdeñar o definir de una manera muy extraña: la evidencia. Y en el caso de dioses, ángeles, demonios, y cualquier otro fenómeno sobrenatural simplemente no hay ninguna evidencia que justifique el creer en ellos. Por el otro lado, se han hecho estudios extensos sobre estos fenómenos que demuestran que son explicables de forma racional y natural. Pero de una forma extremadamente irónica, DeStefano cree que utilizar este método para descubrir la realidad equivale a auto-engañarnos con mitos y supersticiones. Escribe:
Por supuesto, no resulta muy justo decir que los ateos no creen en nada. Sí creen en algo — la teoría filosófica conocida como Materialismo, que afirma que lo único que existe es la materia; que todas las sustancias y fenómenos en el Universo son puramente físicos.
El problema es que esto no es para nada una teoría. Es una superstición; un mito que básicamente dice que todo en la vida — nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras esperanzas,nuestras ambiciones, nuestras pasiones, nuestras memorias, nuestras filosofías, nuestra política, nuestras creencias en Dios, en la salvación y la maldición —que todas estas cosas son meramente el resultado de reacciones bioquímicas y el movimiento de moléculas en nuestro cerebro.
Que tontería sin sentido.
Mi abuelo tenía un dicho que siempre me ha gustado: “El problema no es que sea ignorante, sino que lo hace público”. Creo que es muy difícil encontrar una descripción más adecuada de DeStefano. Según él, los mitos y las supersticiones son todas aquéllas cosas que no encajan en su concepción mágica del Universo. Me pregunto qué término usa para hablar de Prometeo o de las inconveniencias de toparse con un gato negro. No sé, pero si tuviera que apostar diría que es: “realidades espirituales”.
Nuestros cerebros, a pesar de ser tan potentes, no evolucionaron con el fin de descubrir los mecanismos internos del Universo. Evolucionaron a lo largo de millones de años como una herramienta poderosa y efectiva para la supervivencia de los individuos que los poseían. No fueron diseñados por la selección natural para descubrir la mecánica cuántica, para entender nuestros orígenes, para filosofar sobre la verdadera naturaleza de la realidad, para escribir poesía, para inventar la computadora, o para construir naves que nos lleven a la Luna. Fueron construidos por la evolución para ayudarnos a realizar las tareas esenciales para nuestra supervivencia como cazar, recolectar, criar y vivir en sociedad. Esto, sin embargo, no socava el hecho de que sí nos dedicamos a la ciencia, la ingeniería y las artes y que todas ellas son cosas dignas de asombro y admiración. Esto no significa, tampoco, que debemos de detenernos allí y dejar que el sentimiento de asombro y admiración nos deje perplejos. Esto es exactamente lo que hicieron nuestros ancestros durante miles de años y llevó no sólo a explicaciones erróneas sobre fenómenos naturales como la lluvia, los rayos y las estaciones, sino sobre la humanidad. Se creía que las enfermedades eran causadas por espíritus malignos y que las afecciones mentales eran el producto de la posesión demoníaca, por ejemplo. Estas creencias, basadas en la misma aceptación de las “realidades espirituales” que DeStefano orgullosamente promueve, desembocaron en enormes cantidades de miseria y sufrimiento para millones de seres humanos. Muchos hombres y mujeres completamente inocentes, pero que padecían de enfermedades mentales, fueron quemados vivos en la hoguera por ser sospechosos de brujería. Estos no eran neandertales, sino piadosos creyentes en las “realidades espirituales” de la iglesia de Cristo, quienes estaban prendiendo las llamas. Fue sólo cuando nos empezamos a alejar cada vez más de esta mentalidad que comenzamos a descubrir poco a poco las causas reales de las cosas. Vale la pena mencionar que los creyentes como DeStefano parecen no darse cuenta de lo que implican sus creencias. Mientras todas estas cosas sucedían a lo largo de cientos de millones de años, su dios estaba sentado en su trono viendo cómo prosperaba la miseria y el sufrimiento. Consideró que era trascendental “revelarnos” que una mujer que está menstruando es inmunda pero nunca mencionó a los gérmenes, procedimientos médicos básicos o nos dijo que podíamos evitar un sinfín de enfermedades con el simple hecho de lavarnos las manos después de limpiarnos el derriere.
Las explicaciones de DeStefano de por qué los ateos estamos engañados por mitos y supersticiones continúa. Nos dice:
No podemos reducir la totalidad de la realidad a lo que nos dicen nuestros sentidos por la simple razón de que nuestros sentidos se destacan por mentirnos. Nuestros sentidos nos dicen que la Tierra es plana, y sin embargo no lo es. Nuestros sentidos nos dicen que el mundo es caótico, y sin embargo sabemos que tanto en al nivel micro como en el macro, es increíblemente ordenado. Nuestros sentidos nos dice que estamos fijos, y sin embargo nos estamos moviendo a enormes velocidades. Simplemente no lo podemos ver.
Mientras que algunas de estas cosas son ciertas, sólo lo son en un sentido limitado e incompleto. Nuestros sentidos sí son poco confiables a la hora de interpretar el Universo en un sentido más profundo del que necesitamos para sobrevivir. Como dije anteriormente, nuestros sentidos evolucionaron -justo como los de todos los demás animales- como artefactos útiles para sobrevivir, no como una caja de herramientas para descubrir la forma de la Tierra, la organización del Universo, o la mecánica celeste. Pero aún cuando ese es el caso, nuestros sentidos y nuestras capacidades de razonamiento han comprobado ser muy útiles en esas actividades también. Sí, porque ese es un hecho que DeStefano no menciona: nuestros sentidos, por sí solos, no nos proveen de nada realmente útil para nuestra ciencia y nuestra filosofía; lo que les da valor es el cerebro que los interpreta. Veamos a Eratóstenes de Cirene, por ejemplo. Usando únicamente sus sentidos y sus conocimientos sobre geometría euclidiana, se las arregló para descubrir que la Tierra no era plana, sino esférica; y calcular el tamaño de su circunferencia con un margen de error menor al 2%. Esto fue nada más ni nada menos que hace 2300 años. En el primer capítulo de su maravillosa serie Cosmos, Carl Sagan da una explicación clara y brillante sobre la lógica y los métodos de Eratóstenes. Otro buen ejemplo es el de Aristarco de Samos, que interpretó exactamente las mismas observaciones a las que todos los demás antes que él tuvieron acceso y llegó a una conclusión muy diferente sobre la mecánica del sistema solar. El pensamiento general de la época era que todos los objetos celestes giraban alrededor de la Tierra, mientras esta estaba inmóvil en el centro del Universo.
Aristarco, por el otro lado, encontró varios problemas al tratar de reconciliar las matemáticas de un sistema geocéntrico con las observaciones. Exactamente cómo llegó a su modelo heliocéntrico es incierto. En el único libro de su autoría que sobrevive, Sobre los tamaños y las distancias del Sol y la Luna, calcula correctamente el tamaño de la Luna y su distancia con respecto de la Tierra. También intenta calcular el tamaño del Sol y qué tan lejos se encuentra, aunque sin éxito. Él creyó que el Sol estaba 20 veces más lejos de la Tierra que la Luna y que era aproximadamente 300 veces más grande. En realidad está 400 veces más lejos y es 1.3 millones de veces más grande. Estos crasos errores se debieron a observaciones pobres y malas mediciones, pero su lógica y sus matemáticas son increíblemente sensatas. Juzgando a partir de esto, se cree que cuando Aristarco se dio cuenta que el Sol era mucho más grande que la Tierra, tuvo dificultades para reconciliarlo con el modelo geocéntrico. Después de ver varias opciones, se dio cuenta de que el modelo heliocéntrico proveía una explicación matemática más simple de las observaciones y por lo tanto, mucho más probable. Aristarco tenía razón. Y el resto de la humanidad se hubiera dado cuenta antes, de no ser porque su trabajo se perdió en la quema de la Biblioteca de Alejandría, por cristianos piadosos, presumiblemente al tanto de las “realidades espirituales” de las que habla DeStefano.
Como nos muestran estos dos ejemplos, algunas veces nuestros sentidos están recibiendo la información correcta, pero no somos capaces de realizar el razonamiento lógico necesario para interpretarla correctamente. De hecho, la historia está llena de historias similares, como por ejemplo las de Demócrito, Kepler y Darwin. El problema no es que nuestros sentidos nos estén mintiendo, sino que somos o muy haraganes o muy ignorantes para darnos cuenta que la verdad es generalmente más compleja de lo que parece y que requiere de esfuerzos intelectuales para alcanzarla. Hay otras instancias, sin embargo, en las que nuestros sentidos sí nos engañan. Veamos la siguiente ilustración, por ejemplo:
¿Cuál de los dos cuadros es más oscuro? ¿El cuadro A o el cuadro B? A simple vista, nos resulta obvio que el cuadro A es el más oscuro. Sin embargo, son exactamente del mismo color. Si no me creen, abran la imagen con Photoshop o cualquier programa similar y véanlo por ustedes mismos. Ambos cuadros debieran de tener la misma combinación de colores RGB: 120-120-120. O simplemente cubran las áreas alrededor de ambos cuadros y observen como la ilusión se desvanece frente a sus ojos. Al hacer estas simples pruebas en las imágenes, se nos revela la verdad; y al hacer investigaciones más sofisticadas, descubrimos que la ilusión funciona debido a la forma en la que nuestro cerebro utiliza la información que recibe de nuestro aparato visual para construir imágenes. Los detalles específicos no son importantes para mis propósitos, pero si tienen curiosidad pueden encontrar la explicación en esta página.
En otras ocasiones, nuestros sentidos nos dan una representación correcta del fenómeno que estamos observando, pero nuestra razón nos dice que tiene que estar equivocada y por lo tanto nos rehusamos a aceptarla. Prácticamente todo lo que ocurre al nivel subatómico cae dentro de esta categoría. A pesar de que Demócrito llegó a la conclusión de que la materia consiste de partículas indivisibles hace casi 2400 años utilizando únicamente sus capacidades de razonamiento, jamás hubiera podido imaginarse siquiera el modelo atómico actual o el comportamiento de la materia a esta escala del Universo. Eso requirió de grandes esfuerzos, tanto para desarrollar instrumentos sofisticados que nos ayuden a estudiar las cosas a esta escala; e intelectuales, para interpretar correctamente las observaciones que desafiaban toda lógica. El campo de la mecánica cuántica surgió de esta manera. Mientras nos metimos en lo más profundo del átomo descubrimos nuevas partículas y su comportamiento fue extremadamente incomprensible. En el terreno de la mecánica cuántica, el simple acto de observar influencia el comportamiento de la materia; las partículas se comportan como ondas y las ondas se comportan como partículas; y la materia se transporta de un lugar a otro sin tener que recorrer el espacio intermedio requerido. DeStefano afirma que “[…] nuestros sentidos nos dicen que el mundo es caótico y sin embargo sabemos que tanto en la escala macroscópica como la microscópica, es increíblemente ordenado”, pero sin embargo, es todo lo contrario. Nosotros percibimos orden en el Universo porque únicamente estamos viendo una pequeña parte de la realidad, pero cuando estudiamos las cosas más profundamente, nos podemos dar cuenta que lo que gobierna es el caos. la mecánica cuántica nos ha enseñado que el Universo es una colección de probabilidades infinitas que, afortunadamente para nosotros, se quiebra a nuestra escala. Este es el valor de la ciencia, nos ayuda cuando nuestros sentidos nos mienten, necesitamos ayuda para hacer observaciones más allá de donde nuestros sentidos nos permiten, y cuando nuestras observaciones desafían toda lógica. Como dijo alguna vez Richard Feynman: “La ciencia es eso que hacemos para evitar que nos mintamos a nosotros mismos”. Tristemente, personas como DeStefano no están interesadas en hacer eso, como lo demuestra el siguiente comentario:
Pero las cosas más importantes de la vida no pueden ser vistas con los ojos. Las ideas no pueden verse. El amor no puede verse. El honor no puede verse. Esto no es un concepto nuevo. El judaísmo, el cristianismo y el islam han enseñado por miles de años que las formas más elevadas de la realidad son invisibles y misteriosas. Y estas realidades nunca van a ser reducidas a fórmulas científicas por la simple razón de que nunca van a ser completamente comprensibles a la mente humana. Dios quiso que así fueran.
Por supuesto que no pueden observarse en el sentido de “realidades espirituales” que DeStefano cree que son. Cosas como “ideas”, “amor” y “honor” son solamente los nombres que le damos a los fenómenos humanos que observamos o que experimentamos directamente. No han sido “reducidas a fórmulas científicas”, no porque no puedan ser reducibles, sino porque los principios que las gobiernan probablemente son muy complejos y descubrirlos tomará tiempo. El hecho de que algo sea desconocido en la actualidad no significa que permanecerá así por siempre. Charles Darwin lo dijo alguna vez: “Se ha asegurado confiadamente, y muy repetidamente que jamás llegará a conocerse el origen del hombre; pero es que la ignorancia, más a menudo que el conocimiento, engendra confianza; son precisamente los que saben poco, no los que saben mucho, quienes positivamente afirman que la ciencia nunca podrá resolver este o aquel problema”. Una vez más, las instancias de las que habla Darwin, son abundantes a través de la historia, pero personas como DeStefano no han puesto atención. En los casos específicos de los conceptos mentales y las emociones, la ciencia ya ha comenzado a explicarlos en términos estrictamente materiales y naturales. Ha sido demostrado, por ejemplo, que si ciertas áreas del cerebro son dañadas, la habilidad de “amar” se pierde. Las deficiencias de ciertos químicos en el cerebro, por ejemplo, hacen que una persona sea incapaz de sentir empatía hacia otras personas. Le guste a DeStefano o no, las emociones y los pensamientos que durante siglos han sido considerados como abstractos e inmateriales por los filósofos, están resultando ser completamente materiales por naturaleza. Muchas personas, filósofos y académicos incluidos, han tardado bastante tiempo en comprender esto.
DeStefano continúa, diciendo que es absurdo pensar que los humanos inventaron un dios que hace demandas tan drásticas como “sacrificar nuestros propios deseos por el bien de otras personas” o “amar a nuestros enemigos”, o que “requiere que la gente crea que va a ser juzgado y responsable de todos sus pecados” simplemente porque tienen miedo a morirse. En la superficie, esta objeción parece perfectamente razonable, pero una vez más, DeStefano no está viendo el panorama completo o está construyendo hombres de paja a propósito para ayudar a vender sus tonterías. Los orígenes de la religión son mucho más complejos que eso, involucran el miedo a la muerte y una ignorancia generalizada sobre el funcionamiento del Universo, pero esa no es toda la historia. La religión, de hecho, ha sido un instrumento muy poderoso para mantener a las personas bajo control. Como dijo el filósofo romano del siglo primero, Séneca: “La religión es considerada por las personas comunes como cierta, por las personas inteligentes como falsa y por los gobernantes como útil”. En todo caso, ¿quién dijo que la religión hace sentido?
Mientras que DeStefano disfruta mucho llamando al Materialismo con el nombre de “superstición”, resulta bastante obvio que quien está enfrascado en supersticiones estúpidas y autoengaño es él. El Materialismo está basado en lo que nuestra ciencia ha podido revelarnos. Pudiera estar equivocado, por supuesto, como debe de ser con toda buena ciencia y toda buena filosofía. Aunque honestamente no veo ninguna amenaza acercándose en el horizonte. Si surgiera alguna evidencia de que el Materialismo es falso y que existe un mundo sobrenatural entonces cambiaré de opinión. El Sobrenaturalismo de DeStefano está basado, no sólo en la suposición de que existe un mundo afuera del mundo natural, sino que sus principios básicos fueron revelados por la entidad creadora a un grupo de campesinos ignorantes en medio del desierto en un libro antiguo que está plagado de errores factuales e inconsistencias internas. Hablando de wishful thinking, ¿verdad?
Acudiendo a las mismas tácticas que usan los que practican el arte de manipular a la gente, DeStefano incluso cita a Albert Einstein en un patético intento de utilizar su imagen para darle credibilidad a su visión del mundo.
El gran genio Albert Einstein dijo alguna vez: “La experiencia más hermosa que podemos tener es la de lo misterioso. La emoción fundamental que se encuentra en la cuna del verdadero arte y la verdadera ciencia. Quienquiera que no lo sepa ya no puede preguntarse, ya no puede maravillarse, es como si estuviera muerto y sus ojos estuvieran cerrados.”
Esto está tomado fuera de contexto, por supuesto, y está siendo usado para apoyar una visión del mundo completamente opuesta a la de Einstein. Él era un panteísta, que es realmente solo una forma más excitante de ateísmo (sexed-up atheism, como dice Richard Dawkins). No creía en deidades de ningún tipo, el nombre de su “dios” se deletrea N-A-T-U-R-A-L-E-Z-A. Muy frecuentemente fue víctima de la deshonestidad de personas que lo citaron fuera de contexto, ya que por su extraordinario intelecto muchos creyentes se esforzaron en presentarlo como uno de ellos. He aquí una de las tantas cosas que dijo acerca de la religión:
Por supuesto era una mentira lo que se ha leído acerca de mis convicciones religiosas; una mentira que es repetida sistemáticamente. No creo en un Dios personal y no lo he negado nunca sino que lo he expresado claramente. Si hay algo en mí que pueda ser llamado religioso es la ilimitada admiración por la estructura del mundo, hasta donde nuestra ciencia puede revelarla.
Además, lo que realmente quiso decir Einstein con respecto a lo “misterioso” puede aclararse citando el párrafo completo, dentro del contexto de su libro The World as I See It:
La experiencia más hermosa que podemos tener es la de lo misterioso. La emoción fundamental que se encuentra en la cuna del -verdadero arte y la verdadera ciencia. Quienquiera que no lo sepa ya no puede preguntarse, ya no puede maravillarse, es como si estuviera muerto y sus ojos estuvieran cerrados. Fue la experiencia del misterio -aunque mezclada con temor- lo que engendró la religión. Un conocimiento de la existencia de algo que no podemos penetrar, nuestras percepciones de las más profundas razones y de la belleza más radiante, que sólo son accesibles a nuestras mentes en sus formas más primitivas- es este conocimiento y esta emoción lo que constituye la verdadera religiosidad; en este sentido y solamente en este, soy un hombre profundamente religioso. No puedo concebir un Dios que recompensa y castiga sus criaturas, o que tenga una voluntad del tipo que experimentamos en nosotros. Tampoco puedo ni quiero concebir un individuo que sobrevive a su muerte física; dejemos que los espíritus débiles, por miedo o por egoísmo absurdo, valoren tales ideas. Yo estoy satisfecho con el misterio de la eternidad de la vida y con la consciencia y el atisbo de la maravillosa estructura del mundo existente, junto con la lucha dedicada a comprender una porción, así sea minúscula, de la Razón que se manifiesta a sí misma en la naturaleza.
Muy diferente de lo que DeStefano está tratando de vendernos, ¿no creen?
Hasta ahora, DeStefano ha demostrado con creces su profunda ignorancia de los avances que ahora forman parte de nuestro conocimiento del Universo y su notable deshonestidad intelectual. Por muy entretenido que todo eso resulta, no es tan dañino como esta parte:
Demasiadas personas pasan por la vida con los ojos cerrados. Se pierden lo misterioso porque están tan fijados en lo que pueden ver y escuchar tocar y probar y oler. Están tan sumidas en la “superstición del materialismo” que están completamente cegados a la existencia de otro mundo — un mundo radicalmente diferente del que ya están familiarizados, pero un mundo al fin y al cabo: un mundo de milagros, un mundo de gracia, un mundo de ángeles, un mundo de guerras diabólicas, un mundo en el que los más altos valores son completamente opuestos de los de nuestra sociedad secular— donde la debilidad es igual a fortaleza, sacrificio es igual a salvación, y el sufrimiento es igual a poder ilimitado.
El énfasis es mío, pero la abrumadora estupidez es todita de DeStefano. Cada vez que alguien que me conoce me dice que debiera de ser más respetuoso con los religiosos, y dejarlos en paz y que crean lo que se les de la gana creer, este es exactamente el tipo de cosas que señalo. Si la religión fuera únicamente una cuestión de creer en cosas sin sentido en la privacidad de su hogar y de proveernos a los ateos de una fuente inagotable de comedia, pues no tendría ningún problema. Pero la religión no se trata de eso, se trata de estar seguro de que el propio “libro sagrado” tiene todas las respuestas, sin importar que tan absurdas o dañinas sean; sin importar que tanta miseria y que tanto sufrimiento causen, porque de hecho el sufrimiento es algo bueno que debe de ser apreciado e incluso añorado, pues es una “prueba de Dios”. Los valores de una sociedad secular están firmemente basados en el Humanismo, la creencia en que los principios éticos deben de estar basados en un profundo entendimiento de la naturaleza humana para buscar el bienestar de los seres humanos, no en creencias sobrenaturales. La ética religiosa, por el otro lado, no se concierne con el bienestar de los seres humanos: se conciernen, como DeStefano admite, en ganarse la aprobación de una deidad a través del sacrificio y el sufrimiento para poder entrar a un paraíso eterno después de morir. Este era el motor detrás de la Santa Inquisición. Estoy perfectamente consciente de que no todos las personas religiosas piensan de esta manera, pero ese no es un triunfo de la religión; es un triunfo del secularismo. Un hecho que muchos religiosos ignoran es que el secularismo va ganando tanto, que las naciones más prósperas de la Tierra son aquellas en las que las creencias religiosas son más bajas. Países con altos porcentajes (en algunos casos, mayores del 50%) de ateos y agnósticos, como Noruega, Suecia, Dinamarca, Japón, Nueva Zelanda, República Checa y Finlandia consistentemente puntean entre los más altos en todos los indicadores de prosperidad humana.
Si usted es religioso y ha leído hasta aquí, y se considera como una ciudadano responsable del mundo, entonces en el nombre de todo lo que es bueno y valioso, por favor examine sus creencias. Al no hacerlo, usted está ayudando a albergar bajo el mismo manto de “respeto a la religión” que protege sus creencias, a los demagogos religiosos ignorantes que tanto daño causan.
Nota: el presente ensayo, de mi autoría, fue publicado originalmente en inglés en mi blog personal y puede encontrarse aquí, si lo desean leer.
Carlos Luis Corea
Buenísimo y extenso el articulo!
Lo felicito y lo animo a que siga traduciendo estos valiosos artículos a español.
Admin
Muchísimas gracias Luis, que bueno que estén disfrutando de este espacio. Les recuerdo que más importante todavía, es que esto no se quede entre nosotros, sino que llegue a las personas que más necesitan leerlo. Los exhorto a que promuevan el blog de la manera que ustedes consideren más adecuada.
Este ensayo lo escribí originalmente en inglés para mi blog personal, pero consideré importantísimo traducirlo al español para publicarlo en este blog. Te agradecería mucho si lo compartieras con más personas.
Aquí te dejo el link del original: http://consciousstarstuff.tumblr.com/post/5095349047/materialism-and-naturalism-are-myths
Gracias y saludos!
Carlos Meza
Excelente ensayo, responde de manera congruente a muchas de la falacias religiosas que se usan para autojustificarse.
Estaba pensando que sería bueno promover el blog a través de la publicidad de facebook, y así tener mayor difusión.
Admin
Muchas gracias Carlos, yo también he pensado lo mismo pero lo que hace falta es capital, jajaja.
Frik
Yo creo que este es mi favorito hasta ahora de los ensayos. Excelentemente explicado y con la dosis de humor necesaria.
Lástima que mi redacción aún es tan mala y mis conocimientos no son lo suficientemente vastos, sino haría un blog amigo o ayudaría con alguna entrada hahaha.
Pero ya ando regando el link en el twitter, tengo un par de cuates que seguro les interesa y tal vez alguno que otro entra por curiosidad y cambia su percepción de ver las cosas.
Admin
Muchas gracias por ayudar a la propagación de la razón y la ciencia! Cuando tengás algo que compartir, mandalo con confianza a postmaster@guatemalasecular.org
Emilio
EL HOMBRE NO PUEDE SER PEOR QUE LOS ANIMALES. —— El burro hace el amor con la burra, el toro con la vaca. Pero el hombre se ha olvidado de DIOS y se entregó a los placeres del mundo, que es; la lujuria, fornicación, borracheras, y toda clase de vicios. Además los espíritus de demonios de homosexualidad y de lesbianismo se han apoderado de ellos. Por favor busque en google: Testimonio de exhomosexuales convertido a DIOS
Admin
Buenas noches Emilio, no sé a qué se refiere con su comentario de que “EL HOMBRE NO PUEDE SER PEOR QUE LOS ANIMALES”, pero los humanos somos un animal mamífero como cualquier otro. Pertenecemos a la familia de los primates y sí, uno de los más grandes regalos que nos ha dado la selección natural es nuestro cerebro desarrollado que nos permite construir lenguajes y nos convierte en la primera especie sobre la faz de la Tierra capaz de razonar y explicar su existencia. No somos ni mejores ni peores que cualquier otro animal, simplemente somos un animal privilegiado.
Si bien es cierto que generalmente los animales mantienen relaciones heterosexuales, se han podido observar más de 1.500 especies diferentes de animales que practican la homosexualidad. Antes se creía que una de las cosas que nos diferenciaba del resto del mundo animal era que éramos los únicos animales que tenían relaciones sexuales por placer. Ahora sabemos que esto no es cierto. Los bonobos, primates bastante parecidos a los chimpancés y la segunda especie más cercanamente emparentada con la humana, han creado una sociedad en la que se utiliza el sexo como una estrategia para resolver conflictos y la homosexualidad es bastante común. Pero esto usted ya lo sabía, pues supongo que su disgusto se debe al artículo que escribí acerca de la homosexualidad. Que lamento que no haya asimilado absolutamente nada de su contenido, pues personas como usted son quienes más necesitan comprender ese mensaje. Ya he escrito en otras ocasiones sobre el mito de que “olvidarse de Dios” es lo que nos causa problemas, así que no pienso volver a gastar tiempo en explicárselo. En este mismo artículo en el que comentó, puede acceder a los datos que demuestran lo ridículo de tal aseveración.
Con respecto a su comentario sobre los “espíritus de demonios de homosexualidad y lesbianismo” no sé realmente qué decir, aparte de que me parece sumamente vergonzoso que en pleno siglo XXI, con el avance científico que tenemos, todavía existan personas que crean cosas tan risibles. Vivimos en una época en la que un adolescente graduado de bachillerato conoce más sobre cómo funciona el Universo que Platón, Aristóteles y otros grandes genios que han inmortalizado su nombre a través de sus contribuciones al desarrollo intelectual de la humanidad. ¿Cuál es la necedad de persistir con esta visión “mágica” del Universo?
Por favor vaya a una biblioteca y comience a ponerse al día.