El día sábado se publicó en elPeriódico una columna escrita por Sylvia Gereda Valenzuela, con el nombre de Receta para tener hijos triunfadores. Mientras que estoy totalmente seguro de que su intención es buena, creo que el mensaje central de su artículo no está bien pensado y cómo resultado, es bastante dañino e, irónicamente, termina comprobando el punto principal que expongo en este artículo (el énfasis es mío):
Debemos preparar a nuestros hijos para el mundo del futuro, no el mundo de nuestros padres ni el nuestro. En este mundo actual lo determinante para triunfar será el carácter, no exactamente el conocimiento, como muchos pudiéramos creer. Tener temple, salir de fracasos adecuadamente, hacer de los fracasos un desafío y no una tragedia…, eso será lo que buscarán los seleccionadores de personal.
Un hijo forjará carácter si percibe claramente la autoridad de los padres. Con presencia de autoridad los niños y jóvenes a su vez actuarán con autoridad para resolver sus problemas; actuarán por determinaciones. Sin presencia de autoridad nuestros hijos serán débiles de carácter y actuarán por impulsos con los consecuentes problemas de adaptación.
Creo que si siguiéramos el consejo de la Sra. Gereda, lo que obtendríamos sería una sociedad de “pendejos con iniciativa”: de personas que no tienen ni la menor idea de qué es lo que están haciendo, pero que lo hacen con buena voluntad y con “carácter”. Si bien es importante formar el carácter y el lado emocional de todo ser humano, para que estos sean aplicados sabiamente, la mejor forma de hacerlo es a través de la cultivación del intelecto. La manera en la que vemos y entendemos el mundo es lo que más influye en la manera en la que nos desenvolvemos. Mientras más amplio sea nuestro conocimiento y mientras más se acerque nuestra forma de ver el mundo a la realidad, mejores ciudadanos seremos y mayor será nuestra capacidad para tomar decisiones mucho más acertadas. Imaginemos, por ejemplo, un juego de ajedrez. El jugador que más conocimiento tenga sobre las reglas, sobre la forma en la que se mueven las piezas, sobre las mejores estrategias para proteger el rey propio y cómo atacar el contrario, será quien seguramente triunfará y quien sea menos propenso a fracasar (no sólo a salir airoso de los fracasos). Por mucho carácter que tenga un jugador, si su conocimiento y su experiencia son pobres, muy dificilmente podrá ganar.
Esto no aplica únicamente al ámbito profesional y de los negocios, o a juegos de estrategia, sino a todos los aspectos de la vida, incluso a los de la ética y la moral. Un ejemplo claro de cómo personas con gran “carácter”, determinación y convicción se convierten en “pendejos con iniciativa” a la hora de enfrentar asuntos importantísimos para el desarrollo y el bienestar colectivo de la humanidad es el caso de la fuerte oposición a la investigación de células madre. Esta investigación tiene el potencial de curar a millones de personas de enfermedades terminales y muy dolorosas, e incluso de erradicar el cáncer y las deformaciones genéticas como el síndrome de Down de la faz de la Tierra. Pero esto parece no importarles para nada a grupos muy influyentes de personas que se oponen rotundamente a seguir las investigaciones. ¿Por qué? Porque creen firmemente que la vida comienza con la concepción y que por lo tanto el grupo de 150 células que conforma al embrión humano de tres días de edad que se destruye en el proceso de investigación equivale a asesinar a un ser humano con “alma” y que sufre. Esta creencia tiene una fuerte base religiosa, que a su vez está firmemente asentada en una total ignorancia sobre ciencias como la biología, la genética y las neurociencias. Es constantemente promovida por personas con gran “carácter”, que anteponen la “revelación” y el respeto a la autoridad que Sylvia Gereda considera una virtud, al conocimiento científico y al razonamiento lógico. Por defender su postura con “carácter”, en lugar de con conocimiento, están sirviendo de estorbo para el progreso de la medicina y para bienestar de muchísimas personas condenadas a tener una vida de mucho dolor y sufrimiento. Si a estas personas con ese gran “carácter” se les enseñara que un embrión de tres días de edad no es más que una microscópica pelota de 150 células sin sistema nervioso que les permita sentir dolor o sufrimiento alguno, que el concepto de un alma inmaterial ha sido declarado insostenible por los avances recientes en el campo de las neurociencias, y se les informara sobre los enormes beneficios de continuar con la investigación de células madre, estas personas enfocarían todos sus esfuerzos y su “carácter” en defender la postura correcta y no la equivocada; e indudablemente, estaríamos viviendo en un mundo mejor.
Estoy de acuerdo con Sylvia Gereda en que el enseñarles a nuestros hijos a valerse por sí mismos, a tener “carácter” y a tener valor de enfrentar las situaciones difíciles de la vida es muy importante, pero con los ejemplos anteriores puede demostrarse que estas cualidades, cuando no están acompañadas del conocimiento necesario, no solo son inútiles, sino que pueden causar mucho daño. Incluso, la forma más efectiva de inculcar estos valores es a través del conocimiento, de enseñarles a comprender por qué suceden las cosas, a valorar la razón, la lógica y sobre todo la evidencia, a no aceptar argumentos por autoridad, a cuestionar todo lo que leen y lo que escuchan, en fin, a aprender a utilizar el producto más maravilloso de la evolución: el cerebro humano. Y este es justamente el problema principal con los guatemaltecos, que lejos de enseñar a pensar a nuestros hijos lo que hacemos es adoctrinarlos en nuestra particular forma de ver el mundo. Estamos criando seres humanos que creen muchas cosas o que actúan de cierta manera porque eso fue lo que aprendieron de sus padres, y la autoridad de sus padres es algo que se tiene que respetar siempre. Esto resulta en que muchas creencias y actitudes dañinas persistan durante muchos años, sin que nadie se atreva a cuestionarlas y mucho menos a cambiarlas. Esto es precisamente lo que Sylvia Gereda propone que sigamos haciendo, que llenemos a Guatemala de “pendejos con iniciativa”. Por favor, no sigamos ese consejo.
Andy de León
Como profesor puedo decir que no solamente se necesita de “carácter”, pues el alumno debe desarrollar habilidades necesarias para realizar desde trabajos rudimentarios, hasta problemas matemáticos complejos, sin dejar de ser por eso “personas”… como músico, puedo asegurar que es imposible avanzar en un arte solamente con “ganas de hacerllo bien”
Mario Villagrán
Cuando una persona hace público un texto de recetas humanas, es decir, escritos con indicios de que existen ciertos ingredientes, que nos llevarán de forma “comprobada” al triunfo, el éxito, el buen desarrollo, una plenitud mental, etc.. No es más, que otra persona que se hace acreedora de la medalla milenaria con apariencia de oro, por el reconocimiento de: “no ser el primero y seguramente el último en hacerlo”. Sylvia Gereda con su artículo en el Periódico cae en ello. Sin embargo, dicho lo anterior me remito directamente a la palabras que dicen: “[…] estoy totalmente seguro de que su intención es buena, [pero] el mensaje central de su artículo no está bien pensado”. De hecho, se aprecia la publicación de Gereda, se aplaude cuando el modus operandi de un pensamiento es puesto en evidencia, ya que es una fiel radiografía de lo que compone a una sociedad, en este caso la guatemalteca. Ahora bien, es demasiado provocador escuchar una frase del siguiente calibre, sin decir nada al respecto: “En este mundo actual lo determinante para triunfar será el carácter, no exactamente el conocimiento, como muchos pudiéramos creer”. Con el perdón de los que aprecian la literatura, esa frase de Gereda, al muy estilo de Paulo Coelho pinta a “Maktub”, es decir, que “estaba escrito”.
Consecuentemente, sólo me resta decir, en hora buena al redactor de esta réplica, por escribir ensayos cortos y concisos, como si fuere un bestiario lógico al estilo Jorge Luis Borges pero desde la ciencia. Y ya que de recetas humanas se trata, por si les interesa, les recomiendo a los lectores de lo visto en una humilde Sylvia Gereda para Guatemala a un Juan Jacobo Rousseau para Francia, con su obra “el Emilio” o “Emile ou De l’education” en francés. Desde el siglo XVIII, ya alguien bajo un tratado filosófico, se puso la tarea de plasmar en palabras su idea de un sistema educativo que permitiera al hombre natural convivir en una sociedad, dígase, cómo se debe educar al ciudadano ideal. Pero así como en Gereda, podemos intuir que fue del Emilio de Rousseau… No obstante, ¡disfrútenlo!
Admin
Muchísimas gracias por el extenso comentario Mario, se aprecia mucho. Creo que en Guatemala se aplauden mucho comentarios como los de Gereda sin ningún análisis crítico, porque tienen otro elemento en común con la literatura de Coelho: son frases vacías y descerebradas que suenan bonitas y profundas. En inglés se llaman platitudes, y creo que lastimosamente no existe término en español. Algo muy extraño, considerando su omnipresencia en nuestra cultura, jajajaja.
Mario Villagrán
¡Gracias por el término “platitudes”, hoy he agregado al acervo algo nuevo! Me servirá mucho para compactar este y otros pensamientos. Tienes mucha razón, pero ¿quién dijo que el español es infalible? Yo recurro a tres idiomas y todavía ando en aprietos, jajaja. Un abrazo.
elvis
Admin says:
May 18, 2011 at 7:56 PM (UTC -6)
Reply
Muchísimas gracias por el extenso comentario Mario, se aprecia mucho. Creo que en Guatemala se aplauden mucho comentarios como los de Gereda sin ningún análisis crítico, porque tienen otro elemento en común con la literatura de Coelho: son frases vacías y descerebradas que suenan bonitas y profundas. En inglés se llaman platitudes, y creo que lastimosamente no existe término en español. Algo muy extraño, considerando su omnipresencia en nuestra cultura, jajajaja.
para frases bonitas y profundas sin sentido la palabra aceptada por la RAE es Cantinflear en honor a cantinflas que hablaba sin decir nada XD
elvis
Cantinflear
Hablar sin comunicar mensaje alguno ni cubrir el punto. También puede consistir en el expresarse con frases, o palabras incoherentes, incompletas o fuera de orden. La palabra surge para describir el particular modo de hablar del personaje Cantinflas creado por el cómico mexicano Mario Moreno Reyes quien participó en decenas de películas y obras de teatro (en el siglo XX). Este modo de hablar era utilizado por Cantinflas para intentar confundir o convencer a otros de que él tenía la razón aún cuando no necesariamente fuera ese el caso.
Admin
Gracias por tu observación Elvis, pero el significado del término platitudes es diferente. No significa hablar incoherencias sin sentido al estilo de Cantinflas, sino que es hablar cosas que dan la apariencia de ser muy profundas e importantes pero que en el fondo no son más que frasecitas trilladas. Por ejemplo:
“Todo pasa por algo”, “No hay mal que por bien no venga” o “Al que madruga dios lo ayuda”.
Por más que he buscado, no he encontrado ningún término para este tipo de frases…
Hijos sin dios » Guatemala Secular
[…] importantes y difíciles como la sexualidad, la muerte, el dolor, el sufrimiento, etc. No es una receta de como criar hijos triunfadores, sino más bien una serie de reflexiones diseñadas para servir de una simple guía para abordar la […]