Sí. Otra vez. Parece ser que mientras siga habiendo gente que crea que el mundo “se va a acabar”, los “profetas” como Elena G. De White, Harold Camping y ahora Cristian Silva (www.laverdadeterna.com) seguirán haciendo ruido y llenándose los bolsillos. Esta gente a la que me refiero, no se limita únicamente a los que voluntariamente entregan su dinero o donan su tiempo para esparcir el mensaje apocalíptico, sino a los cristianos en general – católicos o evángelicos, mormones o testigos de Jehová, fanáticos o moderados. Bueno, no todos – siempre hay quienes dirían que el Apocalipsis de San Juan es una “metáfora”, igual que la historia de Adán y Eva, el burro parlanchín de Balaam (Números 22), los hijos gigantes, producto de las relaciones sexuales entre ángeles y mujeres humanas (Génesis 6), o los unicornios de Job (Job 39).
¿Por qué?
Sencillo. La única diferencia entre los crédulos que temieron el fin del mundo el pasado 21 de mayo, los que temen ahora el apocalipsis el 15 del “Tishri” (lo que sea que signifique), y los creyentes moderados que no se tragan estos cuentos tan fácilmente es que estos últimos dicen: “En Mateo 24:36 dice que no se sabe ni el día ni la hora”. Es decir, ellos también creen que llegará un día en el que se abrirá el cielo y que miles de fieles cristianos (porque sólo los que creen en Jesús son los que se salvan, los musulmanes, hindúes, mayas y todos los demás se jodieron por ser tan idiotas de creer en el dios equivocado) flotarán hacia el paraíso, en una escena sacada de una mala película de OVNIs; que los que se queden sufrirán tiempos de hambre, miseria, sequía, muerte y que en algún punto demonios saldrán del centro de la Tierra para atormentar a gente “mala” como yo, antes de llevarme a las entrañas del planeta a sufrir eternamente. Pero no son tan arrogantes como Camping, que dicen saber cuándo sucederá. Y no porque esto les parezca absolutamente ridículo, igual que a mí, sino porque tienen un libro antiguo que dice que no se puede saber. En resumen: lo absurdo no es toda la historia caricaturesca, sino creer que se sabe cuando va a pasar.
Mientras sigan existiendo creyentes “moderados” de este tipo, seguirán validando las ficciones apocalípticas que permiten la existencia de los “profetas” del fin del mundo. Sus presas generalmente son gente muy pobre, sin acceso a educación, a la cual amedrentan y exprimen económicamente. A muchos creyentes, parece no importarles – piensan que “ya Dios los juzgará”.
Yo prefiero ser un poco más realista.