¡Bien hecho, Ratzi!

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En una de esas noticias que ya no sorprende a nadie, Joseph Ratzinger utilizó una buena porción de su clásico discurso de fin de año para arremeter contra los homosexuales. Sí, parece ser que a Ratzinger ya se le hace imposible llamar a la paz, al amor y a la reflexión sin tener que explicar por qué su institución sigue odiando a los homosexuales—y por qué todos deberíamos de hacer lo mismo.

¿Lo irónico? Según cifras recientes, el 59% de los católicos en Estados Unidos están a favor del matrimonio homosexual. Así que a pesar de las diatribas que Ratzinger escupe desde su trono sagrado en Roma, (afortunadamente) cada vez hay más católicos que lo oyen como oír llover.

Me parece increíblemente divertido que los enemigos más grandes de la Iglesia Católica no sean esos ateos malnacidos, inmorales y secularistas (¡ !) que Ratzinger y su gente se han empeñado en mencionar cada vez que abren la boca, sino el clero mismo—con Ratzinger a la cabeza. En cada aparición pública hacen gala de su desconexión de la realidad mundial y de la inversión de sus prioridades: cada vez es más claro que para ellos es más importante perseguir y condenar enérgicamente a los hombres y mujeres que se sienten atraídos por personas de su mismo sexo que a los hombres con sotana que violan niños.

Ya hasta se está haciendo un poco redundante señalar la irrelevancia y la ridiculez de las opiniones que este anciano emite sentado desde su trono dorado en Roma—él está haciendo un excelente trabajo por su cuenta.

¡Sigue así, Ratzi, estás haciendo un gran trabajo!

Oscar G. Pineda

Oscar es un mamífero bípedo, de la especie Homo sapiens. Disfruta observando extrañas y repetitivas manchas en pedazos de papel, y oyendo a personas de acento raro hablar de peces con patas saliendo del mar; usando palabras raras como ‘qualia’ o números con muchos, muchos ceros. Tuvo la loca idea de dedicar su vida a hacer lo que le gusta, así que ahora está estudiando filosofía en la universidad y ciencia en su tiempo libre. Así se siente a gusto, cuestionando todo; hasta lo que “no se debe cuestionar”. Ah, y odia escribir sobre él mismo en tercera persona.

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