La falacia agnóstica

Hace poco menos de un mes, la Alianza Atea Internacional (Atheist Alliance International) lanzó un proyecto que tiene como objetivo realizar un censo en línea de todos los no-creyentes a nivel mundial (o al menos, de los que tienen acceso a internet).

Me llamó la atención una pregunta en la que requieren que uno escoja entre una serie de opciones que suponen distintas formas de no creer en dios(es). Y por supuesto, tenían que hacerlo de esa manera, dado que las personas utilizan diferentes denominaciones para hacer referencia a su no-creencia en deidades. Distintas personas dicen ser no-religiosos, escépticos, librepensadores, secularistas, humanistas, racionalistas, ateos o agnósticos.

En realidad, los términos anteriores no se refieren a lo mismo, y por tanto, tampoco son excluyentes entre sí. Al final, la cosa es más simple: se cree en dios(es), o no se cree en dios(es).

Aunque las gráficas del censo muestran que solo el 7% de los no-creyentes a nivel mundial se definen como agnósticos, en Guatemala esta cifra asciende al 11%. Me resulta curioso que la diferencia sea tan “pequeña”, dado que la mayoría de no-creyentes que conozco se definen a sí mismos como “agnósticos”, y de hecho suelen ser bastante enfáticos en que no se les confunda con ateos, porque realmente piensan que su postura es muy diferente.

Muchos no-creyentes se autodenominan “agnósticos” en vez de “ateos” porque piensan que el agnosticismo es una forma menos radical de no creer en dios(es). Los “agnósticos” suelen decir que la diferencia entre ellos y los ateos, es que estos últimos aseguran que dios no existe, mientras que ellos no aseguran nada, porque hasta el momento no se ha encontrado evidencia de la existencia o la inexistencia de dios (de ahora en adelante utilizaré el singular, dado que en Guatemala la mayoría de personas son monoteístas). Y algunos van más allá, afirmando que el conocimiento de lo divino (dios) está fuera del alcance de la comprensión humana, y por tanto jamás podremos tener dicho conocimiento.

Aunque comprendo el punto de estos “agnósticos”, difiero con ellos, porque no hacen un correcto uso de las palabras “agnóstico” y “ateo”. Además, no me siento identificada con su definición de “ateo”, ya que no todos los no-creyentes (ateos) lo somos por los mismos motivos, de la misma manera en que no todos los creyentes lo son por los mismos motivos.

La palabra “gnosis” viene del griego gnosis (γνώσις), que significa “conocimiento”. De modo que “agnosis” significa “sin conocimiento”. Según la Real Academia Española, gnosis es “el conocimiento absoluto e intuitivo (especialmente de la divinidad) que pretendían alcanzar los gnósticos”. Dicho de otra forma, los gnósticos afirman con certeza que tienen un conocimiento absoluto e intuitivo (y por tanto, subjetivo) de la existencia de abstracciones metafísicas, como lo son las deidades.

Agnosis, según la RAE, es “una actitud filosófica que declara inaccesible al entendimiento humano todo conocimiento de lo divino y de lo que trasciende a la experiencia”. Pero hay una inconsistencia lógica en este planteamiento, que es popularmente conocida como “la falacia agnóstica”, ya que se declara inalcanzable cierta forma de conocimiento (de lo divino), admitiendo implícitamente que dicho conocimiento existe. Además, el hecho de que el conocimiento humano tenga sus limitaciones, no necesariamente implica que todo aquello que trasciende a la experiencia sea una abstracción metafísica y mística, o que exista una deidad que está detrás de esas limitaciones.

Aunque la falacia agnóstica parece implicar que los “agnósticos” en realidad sí creen en dios, la verdad es que no creen, pero se niegan a asegurar su inexistencia. Si sí creyeran, se catalogarían como creyentes y no como algo que implique lo contrario.

Si hay algo digno de reconocer de quienes dicen ser “agnósticos”, es esa posición de no negar la hipótesis de dios. Talvez la mayoría de ellos no lo sepan, pero ese tipo de razonamiento es muy parecido al que se utiliza para generar conocimiento a través de las ciencias, haciendo uso del principio de falsabilidad (o refutabilidad). Una hipótesis científica debe ser plausible, y también falsable. A grandes rasgos, se dice que un enunciado (hipótesis) es plausible cuando es lógico; y que es falsable, cuando puede demostrarse su falsedad mediante la experiencia empírica. Los avances en el conocimiento científico se dan como resultado del constante falsamiento de hipótesis relacionadas, tratando de encontrar lo que algo no es, para acercarnos cada vez más a lo que es.

La palabra “teísta” viene del griego theós (θεός), que significa “dios”, y el sufijo –ismo, que hace alusión a una doctrina o escuela particular de pensamiento. De modo que “ateo” significa “sin dios”. Según la RAE, un ateo es una “persona que niega la existencia de dios”. Solo eso. Negar la existencia de dios, no es lo mismo que asegurar su inexistencia (como suelen decir los “agnósticos”).

Entonces el gnosticismo hace referencia a lo que se sabe (lo que se conoce, o se cree conocer) y el teísmo hace referencia a lo que se cree (o lo que se decide creer). Un teísta-gnóstico es alguien que “sabe” que dios existe porque cree en él. Un ateísta-agnóstico es alguien que no conoce evidencias que ratifiquen la existencia de dios, y por tanto no creeen él. Un teísta-agnóstico es alguien que no conoce evidencias que ratifiquen la existencia de dios, pero de todas formas cree en él. Y finalmente, un ateísta-gnóstico es alguien que “sabe” que dios no existe, y tampoco cree en él.

Entonces, el (a)teísmo y el (a)gnosticismo son posturas que no son excluyentes entre sí. Tanto teístas como ateístas gnósticos pretenden tener la verdad absoluta (imposible de alcanzar —incluso para la ciencia— debido al principio de falsabilidad), y por tanto son posturas dogmáticas.

Soy de la opinión de que debemos procurar no caer en los extremos dogmáticos, pero tampoco hay que caer en la tibieza de no negar aquellas hipótesis que son tan ridículas, tan ilógicas, tan implausibles, que su solo planteamiento constituye un insulto al intelecto humano (como la hipótesis de un dios antropocéntrico, que mandó a preñar a una virgen de sí mismo, y luego se sacrificó a sí mismo para salvar a la humanidad de un pecado por el que él mismo la condenó en el principio de los tiempos).

Y bueno, no es que la adecuada utilización de los términos “agnóstico” y “ateo” sea un problema de trascendencia nacional, pero tampoco está de más que aprendamos a definir nuestras creencias cosmogónicas con propiedad.

Para terminar, les comparto una charla muy amena e interesante que trata sobre este tema, titulada “How to tell if you’re an atheist” (“Cómo saber si eres ateo”), impartida por el afamado filósofo Daniel Dennett. Disfruten.

Walda Salazar

Soy una ex-andinista, enamorada de la naturaleza más allá de lo que puedo expresar con palabras. De todos los fenómenos naturales, la Vida ha sido siempre de mi particular interés, y por eso estudié Biología en la universidad. Creo que la única manera objetiva de entender la realidad es a través de la experiencia y el uso de la razón. Estoy en desacuerdo con los dogmas, el adoctrinamiento y la fe ciega; y para mí es un gusto poder compartir con ustedes, estimados lectores, mi forma particular de pensar acerca de la naturaleza de las cosas.

4 Comments

  • Reply January 9, 2015

    Dorian

    Me encanto tu artículo en verdad es de mucha utilidad poder definir, la postura que en verdad se tiene, me llena de emoción ver que en Guatemala existan personas con tanta calidad como la tuya

  • Reply June 9, 2015

    Fernando Gonzáez

    Encontré este artículo “navegando” por Plaza Pública, y aunque allá generó más discusión, acá me parece más lindo el portal y por eso acá te escribiré, aunque tal vez esté un poco “desahuciado” el tema de por sí, por aquello de escribirlo hace tiempo.
    La gran mayoría de personas, sean de Guatemala o no, confunden el agnosticismo con otras posturas como ser deistas o panteistas; y sólo utilizan como fundamento el decir “no se puede comprobar que existe o que no existe” lo que da lugar a la famosa falacia, que también puede ser ampliamente argumentable.
    Un amigo, quién defiende fervientemente la postura atea me decía: “vos dentro de tu postura agnóstica sos un tibio que ni sos ni chicha ni limonada” por la falta de decisión; incluso allá en plaza pública, decía uno: “decidi luego ser ateo por ser una postura científica más honesta” …, bueno cada quién puede creer o dejar de creer, o pensar cómo desee, al final las cuestiones abstractas son del dominio exclusivo de la conciencia (sí es que se tiene) pero como tú dices, no se puede falsear lo más lógico, y lo más notoriamente evidente.
    Pienso que los agnósticos los empuja algo, que a veces puede carecer o perder un hombre religioso, y de igual manera un ateo: la busqueda incesante de especular, de buscar, de indagar, ya que cómo tú te habrás dado cuenta, uno repite “sí existe” basado en sus dogmas, y el otro lo niega, de acuerdo a lo que leyó en una revista de ciencia y allí se estanca la cosa. Algo que he aprendido en estos últimos años, es que el “fanatismo” no entiende de “ismos” y se le pega y adhiere a lo que sea, sea la persona más obtusa que sea, una vez tenga una ideología, sea religiosa o no.

  • Reply January 23, 2016

    Heber Morales

    Excelente, me enamora tu argumento, tu redacción y tu inteligencia.

  • Reply December 29, 2022

    Luis Manteiga Pousa

    Ser agnóstico y ser ateo es diferente.

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