¿El silencio como forma de respeto?

En el área de la opinión, tal parece que cualquier cosa puede ser dicha, y en esta publicación quiero referirme a una frase muy reveladora que es común escuchar, leer y usar como plataforma de salvaguarda por muchas personas, por lo general, de pensamiento dogmático, casí siempre religioso.

Si no crees respeta, reza la frase, casi siempre acompañada de un dedo índice bloqueando los labios.

La foto me dice a mi, que si yo no comparto alguna creencia debo callarme la boca.  Sin embargo unido a la palara respeto, parece una completa contradicción, que no sería tal, si las creencias religiosas fueran practicadas en el seno del hogar y no en sitios públicos.  Considero que toda expresión (verbal, escrita, artística, etc) que se hace pública está sometida a la opinión pública igualmente, pero es curioso que mucha gente se autocensura o censura a otros, en Guatemala, en temas de política, religión, sexo, y hasta, ¡válgame  Zeus! de futból.  Gente que literalmente le pega un tiro a otro por una discusión basada en el rendimiento de un equipo de 11 jugadores, que ganan millones y nada figuran en la circunstancia próxima de quienes discuten.

Estos temas son tabú para muchos, y como tabú se pretende que aquellos que no caminan en los mismos senderos se aparten con un respetuoso silencio, sin embargo es necesario reconocer, bajo todas las perspectivas que el mundo, es equívoco, diverso y desconocido en su totalidad, todos ignoramos mucho de otros mundos, lo cual lejos de ser un problema es justamente lo opuesto, una gran oportunidad para la otredad silenciada, justamente eso, si-len-cia-da, muchas oportunidades para permitirnos ser reconocidos y reconocer al otro en su dimensión, en su realidad, en su mundo, aceptando que todos esos mundos, como burbujas, se tocan, interactúan aunque nunca se integran, aunque bien es cierto, que tratándose de la religión, esto no resulta así, porque la religión está basada, entre otras cosas, en una estructura de pensamiento dogmático, si se me permite la barbaridad de colocar juntas esas dos palabras, por ende, la única verdad es aquella que dictan los dogmas y ninguna otra es aceptada, ninguna otra tiene validez, ninguna otra debería tener existencia.  Resulta de esto, un mundo monolítico, cerrado al otro, argumentalmente justificado y justificador de la exclusión.  Esto es funcional para todo pensamiento basado en dogmas, pero el más revelador resulta ser el religioso.

Un mundo abierto permite la discusión libre de las ideas, creencias, fantasías, etcétera. Pero antes es necesario aprender y entrenar el intelecto para discutir de las ideas con las personas y no a discutir con personas por las ideas, pero cuando se opina sobre dogmas o tabús resulta tan árido, ya que no hay lugar, ni uno solo para algo tan fundamental como  la duda, cuando ésta se convierte en pecado o en insulto, las puertas van quedando cerradas para aceptar que el otro tiene algo que decir, algo que expresar (como ex-presar: salir de la prisión), una voz que no se le puede negar la existencia solo porque pertenece a un mundo que no es el propio ni sigue ciertas normas, inventadas hace cinco mil años, ya que el mundo de la vida seguirá siendo diverso y más nos convendrá contar con habilidades para comunicarnos en un planeta cada vez más lleno y más polarizado, para que por fin salgamos del mundo en donde ser diferente significa ser condenado.

Jaime R. C. Letona

Hormiga curiosa que estudió Ingeniería Electrónica, pero al no hacerlo feliz se decidió por la Filosofía. Actualmente se desempeña como informático de Redes y Comunicaciones y eventualmente publica en Revista Universidad de San Carlos. Interesado en divulgación científica, filosófica e histórica como una manera de destruir ídolos y contruir ideales, basados en—qué mejor que—en la realidad concreta.

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