Cada año, nuestro planeta cierra una nueva vuelta alrededor del Sol en un punto un tanto arbitrario de su órbita, que, dicho sea de paso, nunca es la misma. En la gran escala del Universo es un evento intrascendente, nada fuera de lo ordinario. Este proceso se repite miles de millones de veces a lo ancho y largo de su inconcebible gran extensión. Sin embargo, para nuestra especie, es un evento magno, digno de celebración. Las festividades de fin de año son una forma de medir el paso del tiempo; una excusa para emborracharnos a la vez que ponemos una marca en el camino, vemos hacia atrás con nostalgia y nos engañamos con promesas absurdas que sabemos que jamás vamos a cumplir. ¿Acaso no somos adorables?
Infaltables son las listas de discos, películas, futbolistas, tragedias y personajes que tuvieron un impacto o dieron de qué hablar mientras nuestro pequeño y pálido punto azul completaba su más reciente vuelta. Una de las más curiosas—aunque no precisamente inesperada—fue la elección de Juan Pablo Bergoglio—el papa Francisco—como el personaje del año de la revista TIME.
Luego de 8 años de papado de Joseph Ratzinger que fueron caracterizados por la radicalización y los escándalos sexuales y económicos, es difícil no reconocer un cambio—al menos en apariencia—en la imagen que la Iglesia Católica ha intentado presentar al mundo en 2013 y quien ha servido como punta de lanza en esta empresa es Bergoglio.
Desde que llegó al Vaticano comenzó a dar muestras de que con él las cosas iban a funcionar de otra manera. Mandó a quitar el ostentoso trono de oro en el que se sentaron sus antecesores y lo reemplazó por un sillón más “humilde” de madera y cuero blanco. Mientras que Ratzinger calzaba unas finas zapatillas rojas hechas a la medida (que en algún momento se llegó a especular que eran diseñadas por Prada), Bergoglio utiliza sus mismos zapatos negros “de diario.” Su crucifijo es de metal barato, no de oro y piedras preciosas como los de algunos de sus colegas. Rechazó la idea de mandar a hacer un anillo de oro macizo con un diseño exclusivo de su papado, como dicta la tradición, prefiriendo uno más “sobrio” hecho en plata y con un diseño antiguo. Prefirió un Renault modelo 1974 para transportarse, que el Mercedes Benz o el BMW de Ratzinger. Llamó personalmente a su dentista en Buenos Aires para cancelar su cita del jueves, pues obviamente se le alteraron los planes. ¡Hasta apareció en el primer selfie papal de la historia!
En materias teológicas y sociales, cambió radicalmente el discurso al que nos tenía acostumbrado Benedicto y sus predecesores. En una larga carta dirigida al fundador del periódico La Reppublica, declaró en directa oposición a siglos de historia de la Iglesia que los ateos pueden entrar al cielo si son buenas personas y “siguen su consciencia.” Un gesto un tanto noble de su parte, sin duda, pero no deja de ser como regalarle un jugoso steak a un vegetariano. Además, dicha afirmación no duró más de 24 horas sin ser refutada por la misma Iglesia. Thomas Rosica, vocero del Vaticano, aclaró que “las personas que rechazan las enseñanzas de Jesucristo, no pueden alcanzar la salvación.” (¡Joder, estuvimos tan cerca!) En una entrevista a bordo de un avión, declaró que no es nadie para juzgar a los homosexuales, y que son seres humanos como cualquier otro que merecen amor y respeto. Algo realmente sorprendente, en vista de lo que han dicho otros papas en el pasado; y realmente extraño, considerando las palabras que el mismo Bergoglio les ha dedicado en el pasado. Una pista: son instrumentos de Satanás. Además, los medios, ingenuamente obviaron el claro matiz que Bergoglio le dio a sus palabras. Estas iban dirigidas a los homosexuales que reprimen sus instintos naturales de pecar y permanecen castos y puros “buscando a Jesús.”
Todo esto ha logrado que la figura del papa alcance dimensiones de rock star. No cualquiera ha aparecido en las portadas de Rolling Stone, Vanity Fair, Esquire, Forbes, The New Yorker, Time, Life y ¡Hola! en una vida. Bergoglio lo hizo en el mismo año. Hasta The Advocate, la más antigua revista homosexual de Estados Unidos lo agasajó con una portada y el título de personaje del año. Si hubiera algo como un Premio Nóbel de relaciones públicas, no veo quién pudiera ofrecerle la más mínima competencia a Bergoglio y sus asesores.
El problema es que los esqueletos, aunque escondidos, siguen habitando el clóset; no se han ido a ninguna parte. Ningún gesto de humildad y aparente apertura cambia el hecho de que en la Iglesia sigue habiendo curas pederastas, y que continúan estando de alguna manera ‘protegidos’ por las políticas del Vaticano. Ninguna palabra tierna y aparentemente tolerante cambia el hecho de que los homosexuales siguen siendo discriminados y sus preferencias sexuales siguen siendo juzgadas. Y nada, jamás, cambiará la influencia negativa que la Iglesia ha tenido a través de sus monolíticos dogmas disfrazados de sabiduría y virtud. Porque esta es precisamente la fuente de los problemas desde el inicio: la elevación del dogma sobre la razón y la duda honesta.
Sí, Bergoglio se acerca al mundo con una sonrisa en el rostro y una actitud humilde, intentando congraciarse con todos. Es la postura ‘inteligente’ ahora que conocemos más sobre el mundo y podemos disentir de la autoridad, algo que no fue posible durante la mayor parte de nuestra historia. Pero que nunca se nos olvide cómo se comportó la Iglesia cuando tuvo todo el poder, el dinero, la influencia, el dogma, la Verdad y a su Dios—con mayúscula—de su lado.
¿Puede la Iglesia, en algún momento, cambiar en realidad? Por ahora, soy escéptico. Me da la impresión de que aplaudir a Bergoglio por estos “cambios” es exactamente igual al acto de celebrar extasiados una nueva vuelta al Sol. No es “malo,” pero no ha pasado nada trascendente aun.
Lucia Mendizábal
Leí, no muy detenidamente, su blog sobre el Papa Francisco. en primer lugar quisiera corregirle. Reciéntemente el papá ha creado una comisión, directamente bajo su supervisión, encargada de encontrar a los religiosos pederástas y aseguráse que reciban el castigo legal apropiado.
En segundo lugar, la Iglesia Católica, como cualquier organización formada por seres humanos adquiere momentum, por lo que los cambios, aun viniendo de la cabeza, pasa un tiempo antes que tomen raíces. No basta con que él se pronuncie de cierta manera, las ideas deben pegar y repetirse. Sobre todo cuando por miles de años la visión ha sido la misma. Aquí no se gobierna por decreto sino por fé.
En tercer lugar, yo quisiera comprender por qué la iglesia católica genera tanto temor en ateos, gnosticos o miembros de cualquier otra creencia religiosa? Digo, en la historia han habido futboistas, rabinos, políticos, artistas de cine, cantantes, padres de familia, tios, primos, vecinos, maestros, jardineros, ejecutivos, jóvenes y viejos pederástas, ¿por qué nos se ataca con la misma zaña a las otras ogranizaciones religiosas que también tiene su pegado?
Y por último, por qué a los miembros de otras iglesias, o a los ateos les preocupa tanto lo que pasa en el seno de la iglesia católica y repiten una y otra vez las macabras historias sobre lo que fue?
Ok, es cierto, en la iglesia hay todo tipo de gente, lamentablemente al tratarse de una organización mundial de la talla de la Iglesia Católoca, hay mucho mayor número de ocurrencias desagradables, pero ¿alguién alguna vez se tomó el trabajo de verificar el porcentaje de incidencias per cápita y compararla con aquella de otras organizaciones?¿Acaso les importa?
Yo soy católica y no ando por ahí haciéndo cuentas de cuantos ateos pederástas, asesinos, ladrones, sicópatas o misóginos hay, satanizando por ellos a los demás ateos, o declarando que el ateísmo es la madre de todos los males, porque son personas sin Dios. A mi lo contrario me hace preguntárme ¿por qué?¿cual es el miedo?
Oscar G. Pineda
Gracias por leer y comentar, Lucía.
En efecto, Bergoglio anunció la creación de una comisión “contra la pedofilia” en diciembre. Fue anunciada con mucha fanfarria por los medios, como una de las muestras del papa de un cambio en la forma en la que esto se ha manejado en el pasado. Sin embargo, por las palabras del mismo papa al respecto, parece ser otro de sus circos mediáticos:
“La jerarquía de la Iglesia no necesita nuevas reglas sobre el abuso. Lo que necesita es seguir leyes seculares que hace tiempo que están vigentes.”
¿Le parece eso una apertura al cambio? Más bien es una forma de querer tapar el Sol con un dedo.
Por otro lado, algo que aparentemente sí necesita nuevas reglas es la forma en la que la Iglesia trata a quienes filtren documentos o información que perjudiquen a los “intereses fundamentales” del Vaticano. Estos “enemigos” de la Iglesia recibirán penas de ocho años de prisión.
Los católicos que aplauden las acciones de Bergoglio de verdad tienen que poner más atención a lo que en realidad está pasando.
Ahora, ¿por qué a los ateos nos interesa tanto lo que haga la Iglesia? Lamentablemente, la Iglesia Católica es una institución poderosa e influyente que ayuda a la perpetuación de ideas retrógradas. Comentarios como el suyo son una muestra del estado de negación en el que están muchos católicos con respecto a su propia organización. El simple hecho de criticar lo que merece ser criticado es tomado como algún tipo de persecución. No se equivoque, no es persecución y no es ningún miedo, es simple decencia.