La menstruante yihad y la Biblia intrusa (V)

1. Devocionario de las armas

¿Es higienizable el estercolero humano denominado convivencia en esta bola de billar que ha vivido por la dicha de marear al astro rey? ¿Lo sabe alguien? Lo que al menos puedo decir de mi mismidad es que la consume un elefantiásico apetito de embarcarse en el siguiente cohete rumbo a los vacíos del cosmos, o de los cosmos, para nunca más volver… Emigrar, emigrar hacia un intervalo en que este universo era joven y no había estrellas enanas.  Pero no: es conveniente permanecer al pie de la catapulta.

Y, sin embargo, si este individuo dispusiera de unos cuantos años luz de los que le abundan a cualquier demiurgo en anabólicos, a lo mejor hasta conseguiría vislumbrar, en un remoto espacio-tiempo entre mañana y allí, alguna civilización avanzada que lo fuese a pesar de la religión o, ¿por qué no?, gracias a ella —de existir esta, y de ser incluso necesaria—.

Lo último no sucederá en este momento, ni sucederá en este lugar. Por ahora, no se percibe dulcificada y serena, sino biliar y tormentosa la posibilidad terráquea de un pluralismo que sea buena y cálidamente traído al orbe por el coño de religión verticalista alguna. Lo que se derrama por ahí, y pienso en tres especificidades, es hemorragia infecta de hieles añosas.

***

Desde la última vez que Guatemala Secular tuvo a bien publicar mis juicios referentes a libretos de misticismo con armas (y fue hace apenas dieciséis semanas, poco más o menos), han ocurrido varias aberraciones a cuenta de fidelidades juradas a dioses perrunos.

Tibias están aún las lágrimas vertidas por Kenia sobre las casi tres cincuentenas de cadáveres cristianos que dejó como herencia en la Universidad de Garissa la devoción terrorista de Al Shabab, sarmiento de la yihad que opera entre ese país y su vecina Somalia.

¿O no estuvo propulsado por una confesión de fe aquel crimen intensivo en el cual se separó de los estudiantes musulmanes a los estudiantes cristianos, con el fin expreso de masacrar a estos porque sí?

Pero África es África y tiene mala prensa, con razón o sin ella, y la hipócrita industria informativa de Occidente no reaccionaría con la misma relativa sobriedad si se tratase de otra masacre en Columbine o en Oslo. Y para otra ocasión dejaré el abordaje del terrorismo cristiano, sí, cristiano, en la República Centroafricana (del cual ha informado hasta The Washington Post).

2. La burra al trigo

Dije antes pluralismo: lo digo con toda la amplitud de la garganta, aunque algunos se acaloren. El pluralismo teológico, impugnado en basílicas, templos-estadio y alminares, admite que todos los credos religiosos comportan vías válidas para alcanzar una estación de bienaventuranza. Y por tal causa es que no es esta la conjugación mayoritaria entre los verbos del altar: en jurisprudencia espiritual, reclamar el copyright de lo verdadero, que por definición es único y especial, tiene mayor trascendencia.

Es muy probable que esa (sin)razón y otros motivos —presencia mediática con miras a reelección, por decir algo— hayan inspirado al honorable diputado Marvin Osorio a volver a presentar en el Congreso, el día 15 del mes en curso, una iniciativa de ley «para la Lectura, Enseñanza e Instrucción Bíblica [sic] en Establecimientos Educativos Públicos, Privados y por Cooperativa».

Como es de prever, el adefesio está redactado con esa prosa cagatintas que suele utilizar los gerundios de manera artesanal. Y en este punto sí me permito evaluar incluso su gramática, en virtud de que se trata con una iniciativa dirigida a la formación académica nacional (pública o privada). Si así escriben los «padres de la Patria», ¿qué puede esperarse de sus «hijos» en edad escolar?

A las veinticinco cuartillas del texto puede accederse a través de la cuenta de Twitter de la Asociación Guatemalteca de Humanistas Seculares, o aquí. Adelanto: están tan repletas de falacias, sofismas, entimemas, incongruencias y santurronerías, tan repletas, decía, que para satirizar, rebatir o argumentar en su contra no me alcanza la Cuaresma. Baste decir que no hay en ellas desperdicio, a no ser que hablemos de espacio: de ellas se aprende mucho sobre el beneficio de no redundar, no ser tautológico y no dejar a los jugos gástricos trepar hasta el esófago.

3. Médula

El leitmotiv de la iniciativa es este:

«[…] implementar la Lectura Bíblica en todos los Establecimientos Educativos del País; normando, regularizando y estandarizando la implementación de la Enseñanza e Instrucción Bíblica en todos los Establecimientos Educativos Públicos, Privados y por Cooperativa, permitiendo que el Curso denominado “Valores Bíblicos” sea incluido con obligatoriedad generalizada y con un carácter impregnador de toda la enseñanza dentro del Currículo Nacional Base, así como en cualquier otro programa oficial de enseñanza religiosa en los establecimientos educativos dentro de los horarios ordinarios de clases de conformidad con lo preceptuado en el artículo 73 de la Constitución Política de la República de Guatemala» (páginas 10 y 11; no he modificado ni una sola coma ni una sola mayúscula).

La «lógica» detrás de esto va más o menos así: a) En Guatemala faltan valores morales; b) la Biblia es fuente de valores morales [se oyen risitas]; c) la Biblia es el libro sagrado de los cristianos; d) los cristianos son mayoría en el país; e) por lo tanto, se debe hacer obligatoria la lectura de la Biblia en todos los niveles, todos los ciclos y todos los grados del sistema educativo nacional.

Pero el texto no margina a los no cristianos, para nada. Osorio —o la musa que haya producido la ricura— dispone lo siguiente:

«Las y los educandos que profesen otra confesión religiosa diferente a la Fe Cristiana, participarán en los Programas de Lectura Bíblica y de Enseñanza e Instrucción Bíblica incorporados al Currículo Nacional Base y al Currículo de Formación Docente, a fin de recibir en esencia la formación de valores éticos y morales, teniendo la posibilidad de contrastar estos valores con su propio sistema de creencias, identificando coincidencias y divergencias; decidiendo en su fuero interior la apropiación o no de las enseñanzas curriculares recibidas, pudiendo seleccionar con toda libertad su opción moral y religiosa» (páginas 22 y 23; aquí habría demasiados sics, de modo que no voy a gastar más energía dactilar).

Dicho de otro modo: —En mi casa comemos solo alimentos orgánicos. —Qué pena, porque aquí todo el año te vamos a atiborrar de comida transgénica. —Pero es que no quiero. —No importa. Te la vamos a dar igual, para que podás comparar tu régimen nutricional con el de la gran mayoría de tus compatriotas. Y con eso será Guatemala un mejor país.

Es muy sencillo, no seamos tontos: «el 87% de la población guatemalteca tiene una orientación religiosa cristiana» (página 3), así que «la implementación de un programa de enseñanza religiosa, enfocado a los valores éticos, morales y espirituales» de ese específico porcentaje «no excluye a nadie», porque dicho programa será «expuesto sin discriminación alguna a la población estudiantil» (página 4).

[Perdonen ustedes un momento mientras me limpio brevemente la mandíbula: este suelo no estaba tan pulcro.]

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El despropósito llega al punto de proponer que a los docentes de educación física se les «aplique la Filosofía Educativa y Metodología denominada “Entrenando para la Vida”, que combina las enseñanzas de disciplinas deportivas con la temática de valores éticos, morales y espirituales, desarrollando paralelamente las habilidades deportivas con las habilidades para la vida» (página 16). Esa es buena.

Además, al Ministerio de Finanzas le correspondería, según este engendro legal, crear una partida presupuestaria para formar a capellanes escolares y maestros bíblicos (página 19), y al Ministerio de Educación le tocaría comprar y distribuir Biblias a granel (página 22), fíjense ustedes. Y no cualquier Biblia, no: tiene que ser la versión popular de la Dios habla hoy (ibídem), aunque se da cierto margen de libertad a los padres que prefieran otras versiones.

Una sola cosmovisión. Una sola ideología. Un solo credo. Un solo libro. Esto se parece cada vez más a la premisa de El Señor de los anillos: «One ring to rule them all».

La última vez que ese fenómeno fue avistado en el exterior de la ficción (en el mundo occidental) vino en conjunto con una esbelta cruz gamada y con una hoz y un martillo gallardos, complementos perfectos para la temporada otoño-invierno de la primera mitad del recién pasado siglo.

4. Similitudes

No es descabellado sospechar que el «parlamentario» Osorio está más cerca del Bible belt estadounidense que de la cordura. Gracia del ejemplo: la Cámara de Representantes de Tennessee acogió hace tres meses a la Biblia del presidente Andrew Jackson (1829-1837) como libro oficial de ese Estado, y con ello se pasó sin pudor la Primera Enmienda constitucional de su país por los países bajos. La asamblea en cuestión podría igualmente llamarse Sanedrín.

Por fortuna, el Senado del mismo territorio frenó tan onanista disparate. La tiniebla es que la Cámara amenaza con reintroducir la misma terquedad como proyecto de ley durante la próxima legislatura.

En renglón aparte, de los tres abrahamismos, ha de reconocerse que el hebraico tiene al menos la caballerosidad de no ser una religión proselitista. Pero esto se debe simplemente a que no abriga el menor interés en compartir la naturaleza de predilección de sus observantes con la cual se supone que los contemplan a ellos los ojos de la divinidad. ¿Y a qué devoto le desagradaría ser tenido por miembro de un grupo humano tan selecto que asevera ser el habiente exclusivo del favor de lo sagrado? No sé de ninguno.

Por lo tocante al sanedrín cristianista, este tiene mucho en común con cualquier tribunal de la sharía, y más de lo que le gustaría admitir. Sinteticemos: Tu lugar está a los pies de la cruz (o de la luna creciente), y voy a utilizar al Estado para ponerte de culumbrón o a batir las palmas de las manos porque mi credo me ordena hacerlo; además, tengo para mí que mi sola fe me exime de cumplir con las mismas normas que se aplican a todos los demás. Si recibo críticas tuyas, gritaré que me estás arrebatando esos derechos autoconcedidos, y berrearé que me siento perseguido, tanto por tu negativa a dejarte convertir como por esa intransigente postura tuya de que el Estado sea neutro en cuanto a profesiones de fe. De mí no se burla nadie.

Curiosa lógica la suya: las exactas leyes que les permiten a ellos practicar sus credos son las que nos permiten a los demás poner esos credos en solfa. Ah, Voltaire: «Dieu est un comédien jouant devant un public trop effrayé pour rire» (‘Dios es un comediante que actúa frente a una concurrencia demasiado asustada como para reír’).

5. El agravio

Pero no hay argumento que los haga entrar en razón. Son acreedores de caridad en reconocimiento a su invidencia voluntaria. Los ciegan los dogmas, pues los dogmas no se cuestionan: se aceptan por fe.

Y por fe se siguen cometiendo tropelías. De hecho, me repugna (aunque ya no me sorprende) que de la sede del Organismo Legislativo se haya sacado del brazo, como a los ebrios, al tesorero de la Asociación Guatemalteca de Humanistas Seculares, Carlos Mendoza, cuando él intentaba argumentar sobre la inconstitucionalidad del bodrio textual de Osorio, después de la presentación.

Comprendo y valoro en muy altos quilates que la lupa de la opiniosfera (¿u opiniósfera?) nacional esté enfocada actualmente en la crisis política/ambiente. Aun así, yo encuentro increíble que este vejamen haya pasado inadvertido en el commentariat —desde luego, con excepciones—. ¿Por qué?

***

A Mendoza le apagaron el micrófono, fue definido como «enviado del mal, Satanás» en voz alta y sin que Osorio interviniera, y fue sacado del Salón del Pueblo, nada menos. Es decir, en forma humillante, se vio expulsado de un recinto que tiene la obligación constitucional de representarnos a todos. A todos. No solamente a quienes se prosternan ante un madero del que cuelga un cuerpo masculino embellecido con hilos de líquido arterial.

Me parece alucinógeno (pero no debería parecérmelo, dado el historial) que Mendoza haya sido abucheado por pastores o líderes pecuarios consumidos en irritación, a quienes su libro sagrado les ordena poner la otra mejilla y bendecir a los que los maldicen —cosa que, por lo demás, de ninguna manera hacía Carlos—. Esto recuerda mucho a aquella turba escaldada que exigía la crucifixión de cierto nazareno y la liberación de Barrabás.

Y todo en nombre de imponer un libro poseedor de dos versiones de temas cardinales para su propio sistema de creencias: dos versiones de la Creación, dos versiones de los diez mandamientos (en una de las cuales se ordena no cocer a un cabrito en la leche de su madre), dos versiones de la genealogía de Jesús, dos versiones de la Resurrección y asuntos por el estilo.

Continuará…

Ramón Urzúa-Navas

Soberanía orgánica con alguna conciencia de sí misma. Habita Sobrevive de momento en Nueva York Chicago, Subsiste indefinidamente en Guatemala (y desempleado). en una de cuyas universidades persigue la obtención de un doctorado donde se plantea seriamente el abandono de la academia. Tiene claro que lo emborrachan la poética, la retórica, la gramática, la filología, la estética, la metafísica, la historiografía, las ciencias, las culturas, los vinos, usted y otros asuntos misteriosos. Ha sido corrector intransigente, catedrático inexperto, traductor plurilingüe, barman ocasional y a veces bohemio, para menor gloria de dios. Aspira a articular alguna coherencia posmoderna mientras cree en un planeta menos bestial. Todo lo demás carece de importancia.

2 Comments

  • Reply July 28, 2015

    Ana

    Es muy sencillo, no seamos tontos: «el 87% de la población guatemalteca tiene una orientación religiosa cristiana» (página 3), así que «la implementación de un programa de enseñanza religiosa, enfocado a los valores éticos, morales y espirituales» de ese específico porcentaje «no excluye a nadie», porque dicho programa será «expuesto sin discriminación alguna a la población estudiantil» (página 4). Es como decir: “aquí la mayoría de parejas son heterosexuales, por lo que si no se legaliza el matrimonio gay no se está excluyendo a nadie”. La regla es que la mayoría gana. El pensamiento de la mayoría rige el de todos: la ignorancia de la mayoría condena a la minoría. Triste, pero ese es nuestro sistema, en todo sentido, no sólo en el ámbito educativo.

  • Reply July 29, 2015

    Ramón U.-N.

    Así es, Ana. Esto es la tiranía de la mayoría sobre las minorías. No es democracia: es oclocracia (o lo que los anglohablantes llaman “mob rule”, ‘gobierno de la muchedumbre’). Un Estado moderno protege a sus minorías, precisamente porque sus derechos civiles no deben estar jamás a la voluntad de lo que opinen los demás. Si, por ejemplo, se hubiera sometido a referéndum el fin de la esclavitud en Estados Unidos, a estas alturas habría todavía esclavos en los Estados del sur (dado que la mayoría sigue siendo blanca y con una mentalidad más bien oprobiosa). En el caso de las minorías sexuales es lo mismo. Es curioso el caso de Irlanda: el primer país del mundo que lleva a referéndum la legalización del matrimonio igualitario. En principio, someter este derecho a referéndum, a mí me parece un error por la razón que acabo de exponer. Afortunadamente, ganó el sí, y eso es un gran avance no solo para el mundo occidental, sino para todo el mundo: por primera vez una sociedad lanza el mensaje de que acepta a todos por igual, porque todos tienen la misma dignidad ante la ley, sin distinciones de ningún tipo. Gracias por leer y comentar. Un saludo.

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