La comedia de los evangelios y las bolsas

 

Entremés

Profetizo que 2015 pasará a nuestros rectales, perdón, a nuestros anales —al menos en lo que va del siglo XXI— como «el año de los tres presidentes»: el dimitente encarcelado, el nombrado por necesidad y el electo por castigo. Será asimismo rememorado como el año de la proteína cívica y la victoria de internet, a fuerza de sociovirtualidades y tuits quizá no tan espontáneos, pero eficientes.

Dichosamente, al fin llegó a su término la mayor parte de una campaña trepidante. Una campaña caracterizada, como de costumbre, por la voracidad de sus contendientes y la baja estatura de sus idearios.

Nada por decir sobre su simbología pestífera y sus sonsonetes de poca monta, vacíos, asninos… y, sobre todo, con un elenco de aspirantes que ofrecía esencias como seguridad, educación, salud, dinero, amor, la copa del Mundial, visitas pontificias, los cuernos de la luna y la cura del cáncer.

Se diría que a los distintos competidores los coronaban una generosidad y una filantropía mayoristas, tanto así que les habría encantado obsequiarse mutuamente más de una sesión de acupuntura para el relajamiento de sus cuerpos. Es solo que parecían confundir acupuntura con vudú.

Por fortuna, la absoluta mayoría de hambrientos está ahora reintegrada en sus potreros. Notablemente, de conformidad con una billetera algo menos carnosa, Manuel Baldizón tiene ya permitido dirigirse a la mesa de los niños a dibujar caritas tristes con crayones de cera. Y Zury Ríos, capitana de pirómanos en el llamado Jueves Negro, puede regresar con sus collares de tres vueltas al oficio de abogar por la demencia de su padre, quien con el hijo y ella reciben una misma adoración y gloria.

Primer acto

Otro tanto de lo alcanzado: inmunidades disipadas, varios ministros náufragos, profusión de funcionarios capturados, una exvicepresidenta sin acceso a bótox ni a libertad y un expresidente sin acceso a ella —me vengo a referir a su propia libertad; honi soit qui mal y pense—.

Por lo demás, resta que Tito confiese quiénes integran La Línea 2. Si es de su conocimiento, ¿por qué lo calla? ¿Qué clase de amenazas podrían pesar sobre él en caso de revertir su sigilo? ¿Qué nombres y apellidos pueden merodear de aquel lado de esa línea? ¿Lo saben los investigadores? Dudas, más dudas. Lo certero es que siguen cayendo canallas en tribunales como almas en el fuego eterno.

Cada vez que la rueda de la Justicia muele a un corrupto, me desciende una viva compulsión de escuchar «Los pinos de la Vía Appia», cuarto movimiento de Los pinos de Roma (de Ottorino Respighi). Seguido del oratorio «Judith triunfante sobre los bárbaros de Holofernes», de Vivaldi. Seguido de escalofríos, de júbilo. Seguidos de una taza, de café espresso, si es de mañana; o de una copa, de pinot grigio, si es de tarde. Seguidos de… de no sé qué más contarles a ustedes para dar usos ab-usivos a las comas y materialidad a mi gozo.

Eso sí: desconocemos qué ocurrirá con doña Rosita, de quien todos los rumores apuntaban a que exhibía una robusta cornamenta, colocada por su esposo. Lo cual me hace sinapsis con el papa Borgia, Bill Clinton, Dominique Strauss-Kahn o Juan Carlos de Borbón, pero no deseo extraviarme más de lo que ya estoy. Que soy un extraviado y me conmueve La traviata. 

¿Cicig, Ministerio Público y jueces cabales? Por supuesto: tienen el olivo en las sienes. En la misma forma, a pesar de las sospechas de haber sido moldeadas por alfareros oscuros y potentes, es innegable que las concentraciones ciudadanas desempeñaron un papel decisivo en la cauterización de varias almorranas.

***

Proponíamos mi mismidad y servidor cruzar el Rubicón desde mayo, por creer necesario hacerlo entonces o nunca, entendido esto como la determinación de recorrer media circunferencia sistémica y renovarla por la calzada legal (o sembrar los cimientos para un plazo mediato). Muchos y nosotros dos nos quedamos, sin embargo, más frustrados que Cortés en la Noche Triste.

Aquello no era una propuesta, digamos, de Putsch, como señalaba un hato de leguleyos y transportistas del formalismo ruso fuera del campo de la crítica literaria. Sin violentar las hechuras del Estado, había opciones viables para suspender el evento electoral, nombrar una administración transitoria y confeccionar las reformas aptas para su pronta aplicación.

Pero es notorio que el honorable Organismo Legislativo aloja a varios organismos individuales que no son honorables samuráis ni partidarios de aplicarse la eutanasia entre sí. Y así nos va.

¿Que cupo la desgracia de no haberse podido, desde dentro, hacer vomitar a Leviatán con el purgante de las reformas? Bien, pues habrá que remar con cuanto queda y remolcar a la bestia hasta buen puerto —aunque tengo la leve impresión de que ya es un poco tarde para asimismo remolcar, aprovechando, tres carabelas al Puerto de Palos—.

Segundo acto

Si se tiene ilusión en una mano y caca en la otra, no es muy inteligente aplaudir.

Y, sin embargo, ese momento llegó sin remedio el 6 de septiembre último, cuando resultaron favorecidas dos evacuaciones. En consecuencia, la esperanza regresó a la caja de Pandora, donde a la soledad podrá llamarla compañera.

Así es que tenemos ante nosotros dos clases de liderazgo: una inexperta y una prepotente. En esta esquina: el señor Jimmy Morales, pantomimo y teólogo —no todo pantomimo es teólogo, pero todo teólogo es un pantomimo—, famoso por salir en la tele y ser bisoño en lides políticas…

En esta otra: la señora Sandra Torres viuda de Colom (su exesposo era ya un cadáver político antes de la separación), politicastra de maquila y célebre por repartir indebidamente solidaridades embolsadas.

El actor y la villana: habemus telenovélam. La producción podría titularse, no sé, La usurpadora, o Las secretas intenciones, o La pícara soñadora, o Mundo de fieras, o Cuna de lobos, o Mirada de mujer, o Yo no creo en los hombres… ¿Más títulos tentativos? Se verá un poco más adelante: el culebrón durará cuatro años, con la diferencia de que entonces habrá un(a) agonista y un(a) solo(a) protagonista.

Melodramas. Pero también sainetes. Y, entre lo cómico y lo trágico, Guatemala ha manifestado siempre su propensión a ser un chiste, quizá desde que Dolores Bedoya —a todos los efectos prácticos y acaso sin querer— celebrase con marimba el que las etnias hermanas de su alteza real don Tecún Umán, nieto del rey k’iche’ don K’iqab’,  siguieran constituyendo fuerza bruta y no ciudadanía independiente, porque la independencia no lo fue nunca de ellas.

***

Como dijo Jack el Destripador, vayamos por partes. El inconveniente con Morales no es su profesión. Actores los hemos tenido toda la vida, pues todo político es por norma un farsante —en sentido clásico: representante de farsas—. Además, hemos parido dramaturgos que han escrito los folios más trágicos de nuestra historia en el pasado reciente.

En México, sin ir muy lejos, los actores pueden perfectamente ser diputados, y algunos lo son por cuota de su gremio. Así que allí, y claramente en otros lugares, la profesión de los telones y los estudios de grabación no es incompatible con el desempeño en el ruedo estatal.

No obstante, a mí me produce algún esfuerzo imaginar a Mr. Bean como primer ministro de la Gran Bretaña. O al Chiquito de la Calzada como presidente de gobierno del Reino de España. O a Eugenio Derbez a la cabeza del Ejecutivo mexicano. O a La Cuatro como mandataria de los chilenos. Pero tal vez Dios Nuestro Señor tenga planificada otra cosa para nosotros, que somos guatemaltecos y en todo vamos contra la vía.

Es verdad que a la República italiana ya la gobernó un payaso católico y afín a las orgías, Silvio Berlusconi; y en Estados Unidos existe el peligro de que llegue a la Casa Blanca el payaso Donald Trump, multimillonario evangélico narcisista y xenofóbico con inclinaciones incestuosas.

Verdad es también que la Cicciolina (pronunciado ‘chicholina’), famosa actriz del cine porno, fue después parlamentaria en el país de la Torre de Pisa. E hizo un buen trabajo. Y luego les ofreció sexo a Sadam Huseín y Usama ben Laden con tal de que dejaran de joder —en la segunda acepción del DRAE, claro es—. Al final, no le respondieron el llamado y así quedó el gallinero. Juro que no miento.

Ahora bien, no sabemos si el cristianismo personal de Jimmy Morales le otorga carta blanca para ofrecerles favores eróticos a quienes internacionalmente les debemos algunos millardos de dólares o euros, pero valdría la pena que lo intentase si arribara en Palacio. Nos prestaría un gran servicio.

Por otro lado, comparar a Morales con el extinto Ronald Reagan es como comparar aguacates con tomates: no por ser estos sustantivos de origen náhuatl están en la misma familia vegetal. Nada une a Ronnie y a Jimmy más que la actividad actoral. Escrutemos: antes de ser jefe de Estado, el primero prestó servicio militar durante la Segunda Guerra Mundial —dentro de su propio país, eso sí—.

Fue Reagan después elegido miembro del Gremio de Actores de la Pantalla (SAG, en inglés). Se distinguió por ser un orador de importancia en mítines políticos, cuarenta años antes de ser presidente. Y fue gobernador de California previamente a convertirse en jefe del Ejecutivo estadounidense. En suma, ya era un viejo lobo de mar cuando se instaló en el número 1600 de la Pennsylvania Avenue en el Distrito de Columbia.

¿Qué tiene Morales en su haber? Comisuras elevadas en los labios y «moralejas» inexistentes. Por cierto, no sé dónde leí que Ronnie está entre los cinco mejores presidentes de su país. Esto no es más que un mito embalsamado en mirra, romantizado por la derecha estadounidense y glorificado por el integrista Tea Party, el cual viene siendo una plataforma de sharía light de signo cristiano.

***

La profesión de Morales, decía, no es el problema. El problema es que detrás de él rondan charreteras y botas retiradas que antes reventaron venas y vientres humanos y por lo tanto no son ellas muy dignas de loor. Al mismo tiempo, no sabemos si el plan de gobierno de este presidenciable (si es que tiene uno propio y no uno apropiado) está junto a la Constitución y no junto a los evangelios.

Ignoramos qué piensa hacer con los presupuestos. Ignoramos qué medidas precisas adoptará para desplomar los niveles de violencia. Ignoramos si hará un censo basado en el número de habitantes a quienes pueda hacer carcajear el régimen que él presidiere. Ignoramos casi todo. Lo muy malo: él no alberga ningún antojo de revelar el patrimonio de su futuro gabinete, ni siquiera los nombres que integrarán su futuro gabinete. ¿Es posible depositar confianza en semejante alcancía?

No es que demandemos que descifre el enigma maxilar de la jocunda dama leonardina. No. Pero sí debe responder a la altura de un cargo como el que le espera si quiere salir airoso de las urnas. Y exigimos que al menos presente la muy demasiado mucho importantísima, -ísima, -isimísima explicación concreta de cómo piensa resolver el asunto del hambre. Porque con el hambre no se negocia: o se la erradica o se la reduce, pero no se la deja circular sin código de barras.

***

El mayor activo de Morales, empero, sigue siendo su récord virginal en cuanto a haber formado alguna vez parte del organigrama del Estado, lo cual significa que es un exoplaneta en el sistema político nacional. ¿Y?

Querida tertulia: se puede decir exactamente lo mismo de cualquiera que no protagonice (o sí) un programa de televisión y tenga un diploma de gestión empresarial.

Él ha afirmado que no es «ni corrupto ni ladrón», y que la mayor garantía de que no robará descansa en su progenitora. Caramba, ¿debemos agradecerle y ensalzarlo por su intención de que no llegará a embolsarse los dineros de sus presididos? ¿Desde cuándo una promesa de hacer lo que uno está obligado a hacer es el máximo mérito para asumir un puesto en la administración pública?

En cuanto a lo demás, ¿insinúa él que la generalidad de madres de quienes nos han gobernado está compuesta por una liga de rateras? Lo siento, pero la prostitución no es una forma de hurto (y lo digo a riesgo de caer en una microagresión patriarcal). Si esto es lo que nos espera, como político es Morales un magnífico bufón.

De llegar a ganador, veremos si nos resulta marxista —me refiero a Groucho, no a Karl— y dice cosas como la siguiente: «Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros». Lo mismo va para Torres.

Finalmente, triunfe o no triunfe el sujeto en cuestión, valga decir que no es estelar un tipo de humor que se ve forzado a recurrir a estereotipos despectivos asociados a los pueblos mayas, históricamente oprimidos, para extraer del espectador una risa barata. Eso convierte al histrión en insolvente. Además de racista.

***

La señora Torres, al igual que la señora Roxana Baldetti o la señora Zury Ríos, ha sido envilecida no únicamente por sus ejecutorias en los recodos del Estado —¡y con crecida razón!—, sino que lo ha sido también por ser mujer en un país de pistoleros, machos alfa wannabes y trogloditas de cada cultura.

Toda mujer que tenga agencia en la vida política es siempre ya vista bajo la lupa del entredicho. La presión la antecede y la sofoca: tiene que ser más virtuosa y más íntegra que sus contrapartes masculinas a fin de ganarse el respeto de estas.  Se llama patriarcado. Se llama herencia de Eva, la mujer «maldita» por el mismo Dios Padre ante el cual se arrodillan las devotas (además de los devotos).

Sandra Torres, desde luego, no es una Florence Nightingale, esa magnánima enfermera, esa dama de la lámpara, conocida por sus rondas nocturnas en busca de heridos que atender durante la guerra de Crimea. Tampoco es Torres una Olympe de Gouges, la prócer autora de la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, quien fue pasada por la guillotina en los años del Terror.

Pero Torres no es tampoco la condesa Báthory, la aristócrata húngara de quien se cuenta haber torturado y matado, entre los siglos XVI y XVII, a centenares de muchachas vírgenes para bañarse luego en su sangre. Ni es tampoco una Delphine Lalaurie, quien, en el tercer piso de su decimonónica mansión de Nueva Orleans, mantenía cabezas y órganos de esclavos en cubetas apiladas.

El modelo de la exesposa de Álvaro Colom parece ser más bien el de Semíramis, quien hizo suprimirle la existencia al marido para imperar ella sola en Babilonia (jardines colgantes en cuenta). Torres no llegó a tanto, pero el divorcio le sirvió para el mismo propósito.

A ella le podemos reprochar su conducta con una gama de adjetivos: inescrupulosa, deshonesta, prepotente… De todo, pero improvisada no es. Sabemos de sobra que la exprimera dama se arrogó potestades que correspondían por mandato constitucional a los subordinados de su entonces cónyuge —y esto la convirtió en copresidenta de facto, como se nos ha venido recordando últimamente—.

Así, abstemia de vergüenza, la Doña se valió de esa circunstancia para promover una agenda que quizás hubiera ya acariciado desde su época textil en el siglo XX; una agenda que consistía en alcanzar la primera magistratura (por vanidad o por codicia, es decir, los pecadillos de Lucifer).  ¿Cómo? Por medio de la repartición de paquetes comestibles entre la ruralidad necesitada de cualquier chuchería para mitigar el vacío estomacal o aliviar la iliquidez para adquirir insumos básicos con sus míseros salarios. Y todo lo hizo la Doña ilícitamente.

Con eso, con su altivez y con nutridos señalamientos de corrupción, era entendible que se fuese granjeando malquerencias entre las poblaciones mayoritariamente urbanas, las cuales veían en ella a una criatura arácnida calculadora y convenenciera, ávida de mando. Al tener esos antecedentes, intuyo que la imagen de esta buena señora será una rica mina de ideas para disfrazarse en Halloween.

Tercer acto

De todos los temas puestos en la alfombra de lo pendiente, de los cuales se ha analizado ya bastante, quiero rescatarle la atención a uno en particular: la diversidad sexual, porque sigue levantando ampollas en un país que tiene fingidos valores en conserva.

El recién pasado 5 de octubre, en el foro «Diálogo libre», organizado por Prensa Libre y la embajada británica, a la pregunta de qué opina sobre el reconocimiento de la diversidad sexual, Morales respondió: «Estaría dispuesto a discutirla» (¿?). Y uno a su vez se pregunta qué hay que discutir sobre un hecho biológico. La diversidad sexual existe en la naturaleza y no está sujeta a discusión por parte de ningún seducido por las mieles del poder: la diversidad sexual, simplemente, ES.

Luego argumenta que no podría apoyar una ley como un matrimonio de personas del mismo sexo porque los fundamentos de él son cristianos. ¿Y qué con eso? Como presidente, yo puedo ser musulmán o judío y no por ello prohibirles a otros que consuman chicharrón, pues represento a todos, no únicamente a mis correligionarios, y porque mi credo en una divinidad personal es irrelevante para mis funciones gubernativas.

No contento, añadió: «Soy respetuoso de todas las manifestaciones y las libertades de las personas. En el tema legal, es otro el concepto que yo manejo, y no podría, después de discutir todas estas libertades, aprobar una ley que tenga ese contenido; pero soy respetuoso de todas las personas» (resaltado mío).

Ni el Estado es usted ni usted es Luis XIV, buen hombre. Y espero que entienda: el único ente que puede aprobar o no una ley es el Congreso de la República.

¿Y por qué asegura respetar a todas las personas, pero no el derecho de unas específicas a que realicen su vida como cualquiera otra, si su voluntad es estar unidas legalmente a quien amen —derecho negado a pesar de estar exentas de tacha cívica y pese a tributar los mismos impuestos que todas las demás—?

¿Qué cristos tiene en la cabeza para no percatarse de que su postura es lógicamente insostenible y flagrantemente discriminatoria? Además, las libertades no se discuten: o se tienen o no se tienen, pero no es posible andarse por las ramas ni escribir con medias tintas.

***

Como antecedente de esa cortedad de alcance (por no decir sandez), el diario español El País publicó, el 8 de septiembre recién pasado, una entrevista con el mismo individuo, donde —entre otros asuntos— él se pronunció sobre el aborto, las drogas y el matrimonio entre personas del mismo sexo. Dijo rechazar las tres cosas, pero solamente se refirió con explicitud 1) a los estupefacientes —porque el sistema de salud colapsaría si se despenalizaran, de conformidad con él, y porque Guatemala no tiene nada que ver con Uruguay, según dijo—, y 2) a las nupcias entre gais.

En relación con esto último, afirmó: «En el caso del matrimonio de personas del mismo sexo, lo rechazo porque no creo en eso y porque en Guatemala el 97% de la población tiene un pensamiento ético cristiano. Aprobar una ley así generaría desorden social» (énfasis mío).

Yo no sé de dónde se saca que el 97% de guatemaltecos está compuesto por cristianos. Lo que sí puedo anotar es que referirse como «eso» a un contrato civil entre dos adultos honrados lo desnuda a él como un can que lame altares en perjuicio de un porcentaje de quienes le darían de comer. Y eso es solo si llegase a la jaula desde la cual aullaría oraciones y emitiría pedos con olor a polvo de Biblia.

Don Jimmy, el país no es una iglesia y no nos regimos por el Pentateuco. Su confesión de fe puede usted metérsela en el medio de la garganta. Y la siguiente frase no es mía, pero viene muy bien al caso: sus pensamientos religiosos son como sus genitales; a menos que se lo pidamos, no nos los muestre, caballero.

Ya sabemos que usted es comediante (y en Francia, hasta bien entrado el siglo XVIII, no se le habría permitido ni casarse ni tener derecho a una sepultura religiosa por ejercer ese oficio). Pero me apena comunicarle que Tartufo es un personaje del mundo de Molière para la Comédie Française, no del mundo de Pericles en el ágora de Atenas. Guatemala no necesita de tartufos como gobernantes; necesita de figuras que honren la aconfesionalidad del Estado y, por lo tanto, neutras en cuanto a dogmas celestiales o infernales.

***

Sobre el mismo particular, Sandra Torres se muestra muy ambigua: ni reacia ni transigente… Lo cual es charlatanesco: es preferible saber de entrada quiénes son los enemigos y quiénes darán una puñalada trapera.

Vamos a ver. En 2007, el entonces consorte de Torres declaró, con misérrima originalidad y ante una audiencia de fanáticos cristianos, que «Dios dijo Adán y Eva, no Adán y Esteban». Como si evocar episodios mitológicos —y la Creación judeocristiana es uno de tantos— fuese fuente de derecho.

Cualquiera podría lo mismo decir que fue «Poseidón y Pélope, no Poseidón y Penélope», o que «fue Horus y Seth, no Horus y Elizabeth». ¿Y qué satanases tienen estas fantasías y esta fonética que ver con la ley civil? No seamos absurdos.

Lo indiscutible es que, entre 2007 y 2015, el mundo ha dado varios giros, y manifestar homofobia no se ha vuelto de buen ver ahora que la aceptación a la diversidad sexual va in crescendo a escala global. Así, y por lo común, los paracaidistas adaptan sus discursos con objeto de quedar bien con dios y con el diablo. De tal suerte que, en un tuit escrito el 21 de enero del año en curso, Torres aseveró: «Respetamos a todas las personas y las decisiones que las hagan sentirse bien. No debe haber discriminación para nada. Saludos».

Palabras sibilinas, vagabundas, para ser leídas con la lente que uno quiera. Si yo decido insultar a alguien por la calle, para sentirme bien conmigo mismo, ¿merezco por ello respeto? No, señora. Ese no es el enfoque. La discriminación no tiene que ver con sentirse bien o no; tiene que ver con sistemas de exclusión. ¿Lo comprende usted?

Además, su postura ambigua en ese último debate con su oponente la dibuja a usted como la perfecta oportunista que siempre fue. Repetir las palabras de Jorge Bergoglio, «¿quién soy yo para juzgar?», sacadas de contexto, la retrata como una demagoga que, si mucho, le dejaría caer migajas de ánimo a una parte de la población que vive esperando un poco de equidad bajo la mesa ciudadana.

Defínase y anúncielo, doña Sandra. Tenga los ovarios de declarar qué posición apadrinará el régimen que usted pudiera presidir, tanto si está en contra como si está a favor de que la comunidad LGBT sea reconocida en toda su dignidad y esté sujeta a pleno derecho. Y diga de una vez por todas si gobernará para todos o nada más para quienes adoran como dios a un carpintero galileo y presuntamente ejecutado en el siglo I de la era en que vivimos.

Desenlace

Voten o no, conciudadanos, según su arbitrio y conciencia. Pidan, si quieren, sabiduría y entendimiento de lo alto porque pedid y se os dará. Porque Jesús.

Lo único que yo franciscanamente solicito es que, si se opta por votar, se haga con la cauta ponderación de quién podrá ser la persona menos incapaz y con menos de tres caras para conducir los destinos del país durante las cuatro docenas de meses que seguirán a enero de 2016. Difícil decidir. Oremus.

***

Post scríptum: No hay palabras en lenguas angélicas ni humanas que encapsulen toda la congoja y la impotencia que es posible sentir ante el horror de ver a personas morir por aplastamiento. El área metropolitana busca entre el barro a sus difuntos, y hay sabandijas que tal vez aún cobren salarios obscenos después de haber autorizado construcciones en terrenos de riesgo —a pesar de que estas fatalidades son completamente previsibles, prevenibles y evitables—. Solo espero que la vida le pase factura a esa casta de lechones avarientos. A los deudos de los perecidos y a los afectados por esta catástrofe les digo: fortaleza. Mucha fortaleza, compatriotas. La solidaridad existe, y cuentan humildemente con la mía.

Ramón Urzúa-Navas

Soberanía orgánica con alguna conciencia de sí misma. Habita Sobrevive de momento en Nueva York Chicago, Subsiste indefinidamente en Guatemala (y desempleado). en una de cuyas universidades persigue la obtención de un doctorado donde se plantea seriamente el abandono de la academia. Tiene claro que lo emborrachan la poética, la retórica, la gramática, la filología, la estética, la metafísica, la historiografía, las ciencias, las culturas, los vinos, usted y otros asuntos misteriosos. Ha sido corrector intransigente, catedrático inexperto, traductor plurilingüe, barman ocasional y a veces bohemio, para menor gloria de dios. Aspira a articular alguna coherencia posmoderna mientras cree en un planeta menos bestial. Todo lo demás carece de importancia.

10 Comments

  • Reply October 10, 2015

    Ariel Reyes

    Este me ha entretenido en demasía, y creo que sí andabas perdido, pues ni llegabas al punto ni te quedabas callado. Pero es una escritura muy entretenida y con todas las verdades que pueden decirse en un corto texto, te felicito.

  • Reply October 10, 2015

    Ramón U.-N.

    Muchas gracias por comentar, Ariel. La verdad es que perdido estoy siempre, pero lo único que puedo hacer, a esta altura, es abanicarme las neuronas con el poco oxígeno que va quedando incontaminado de vapores de heces en este mundo de locos (incluido quien escribe). ¡Un saludo! 🙂

  • Reply October 11, 2015

    Ricardo M. H.

    Y ¿a caso don Yimi no ha se le ha percatado que inmediatamente viene ya el fin del mundo a llamaradas en éstos instantes, como lo han predicho sus amiguitos evangeliotalibánicos gringos? Primero tiene que ganarse sus lenecitos antes de esfumarse, se ha dicho.

  • Reply October 11, 2015

    Omar

    Bastante refrescante el articulo. El título por demás atinado. Un sabroso entremés. Te invito a que te prepares y dentro de cuatro años te postules y haya una verdadera opción diferente y renovadora. Saludos cordiales.

  • Reply October 11, 2015

    Ramón U.-N.

    Aunque no estoy muy seguro de lo que quiere usted decir, Ricardo, le agradezco mucho el haberse tomado el tiempo de leer y comentar. Un saludo.

  • Reply October 11, 2015

    Ramón U.-N.

    Hola, Omar. Muchas gracias por leer y comentar. No creo que dentro de cuatro años tenga yo la edad para participar en la vida política en el más alto nivel (la Constitución nos lo prohíbe a los menores de 40). De todas maneras, nunca he estado interesado en el poder. Me encantaría servir al país en otras áreas, eso sí. En todo caso, mi gratitud por tener esa grata impresión de mi persona. ¡Un saludo!

  • Reply October 14, 2015

    René Villatoro

    Hola Ramón. Déjame decirte que es un gusto el volver a leerte. Hacía días que tenías olvidados a tus lectores. Y gracias por el aporte a este país, que cada día nos empeñamos en destruir de a pocos. Compartí siempre el deseo de que en esta coyuntura, o le dábamos vuelta al sistema país que hemos construído o éste, volvía con más fuerza. Así las cosas, poco queda por agregar, la disección que haces de los dos candidatos en contienda, no tiene desperdicio. Gracias por empeñarte, desde lejos, en aportar. Saludos

  • Reply October 19, 2015

    Ramón U.-N.

    Todas las gracias por leer y comentar, René. En la medida de lo posible, si bien no siempre lo es, procuro responder prontamente a los lectores, sin cuyo amparo no tendría rumbo ninguno de estos apuntes (aunque zumbe como el más manido de los clichés, lo digo muy en serio). Por lo demás, sola e intensamente espero que el electorado sepa decidir con cautela entre dos males para lo que viene. Un cordial saludo.

  • Reply November 2, 2015

    Moisés Berducido

    Que tal, uno de los textos más divertidos que he leído en mucho tiempo. Tengo miedo, miedo de Moralejas y sus allegados, de su abierta intolerancia y su deseo de volver al Siglo XVI, donde la iglesia era una parte fundamental del Estado. Ni matrimonio entre personas de un mismo sexo, ni adopción uniparental, ni tampoco posibilidad de aborto no terapéutico…. y NADIE le pidió que hablara de eso. Como bien dices, sus ideales son como los genitales, nadie tiene que vértelos a menos que alguien te lo pida. Que desgracia la jodida que llevábamos, por un lado la señora ladrona y por otro el títere de AVEMILGUA.

  • Reply November 17, 2015

    Ramón U.-N.

    Hola, Moisés. Muchas gracias por comentar, y mis disculpas por la demora en responder.

    Escribí este texto con una intención entre lúdica y crítica. En ocasiones, el humor es el dron más poderoso desde el cual bombardear la irracionalidad, el oscurantismo y todo el mostrador de las distintas variedades de idiotez (sobre todo en estos tiempos de tinieblas, cuando además suenan tambores de guerra en ultramar).

    Yo también tengo miedo: miedo de la teocracia, miedo del fanatismo y, no menos importante, miedo de quienes aúpan tras el telón al “excelentísimo” señor presidente electo de todos los guatemaltecos (a propósito, me viene a la mente el maravilloso Cardoza y Aragón cuando se refería a los militares de siempre como “nulos, sangrientos y fecales”).

    Por lo demás, me complace saber que mi intención ha cumplido su objetivo en el favor de tu lectura. Un saludo cordial.

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